Tuesday, August 16, 2011


La iglesia católica y sus millones



El representante del Papa, el fraile dominico Johann Tetzel elegido para predicar la indulgencia en Alemania dijo en una ocasión:

"Tan pronto como una moneda en los cofres suena, un alma del purgatorio escapa de su pena."

En esta ocasión vamos a compartir una noticia tomada de 
http://www.publico.es/ para que se se hagan una idea de las riquezas del vaticano, la iglesia cuyos ministros dicen hacer "votos de pobreza", cabe señalar que estos dineros (10,000 millones de euros) son solamente lo que recogen en España, creo que es inimaginable lo que recogen a nivel mundial! Espero compartan esta información en sus redes sociales favoritas (facebook, twitter, etc). También en futuros posts vamos a desenmascarar a algunos ministros "evangélicos" que han caído en el mismo afán por acumular riquezas, aunque se hagan llamar cristianos los vamos a desenmascarar.

NOTICIA

LA IGLESIA RECIBE AL AÑO 10,000 MILLONES DE LAS ARCAS PÚBLICAS

El cálculo, realizado por Europa Laica, incluye las transferencias a la educación y la sanidad concertadas

"Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", cuentan que dijo Jesucristo a los fariseos en la Galilea del siglo I. Dos milenios después, la Iglesia católica en España continúa olvidando la máxima evangélica, y este año ya ha conseguido del "César" más de 10.000 millones de euros en conceptos varios. Una media de 200 euros por habitante que, sea o no creyente, ve cómo esta importante cantidad se extrae de los presupuestos de las distintas administraciones públicas (Estado, comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos).

Algunos estudios de próxima publicación concluyen además que anulando las subvenciones a la Iglesia no sería necesaria la ampliación de la jubilación a los 67 años.

Todo ello, sin contar con partidas "excepcionales", como la que este próximo agosto destinará al menos 60 millones de euros (en metálico o en especie) para sufragar los gastos de seguridad, limpieza, organización y cesión de terrenos para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, que traerá a Benedicto XVI a Madrid y que ha sido declarado por el Gobierno como "evento de interés especial". Ésto supone nuevos privilegios fiscales, tanto para la Iglesia como para las empresas colaboradoras del acto. El Ejecutivo ya ha anunciado que pondrá todo su empeño por que la visita sea un éxito. Por si acaso, el director general de la Jornada, Yago de la Cierva, se encargó el domingo pasado, tras la beatificación de Juan Pablo II en Roma, de recordar al Gobierno que esperaban, cuando menos, el entusiasmo demostrado por el premier italiano, Silvio Berlusconi, a la hora de volcarse con el evento. "El Gobierno italiano ha dejado muy alto el listón para España", aseguró De la Cierva.

Ayer mismo, 8.000 jóvenes se dieron cita en el pabellón Madrid Arena, gestionado por una empresa pública, para festejar la cuenta atrás de un evento que espera traer a Madrid a dos millones de jóvenes. En su homilía ante los voluntarios de la jornada de agosto, el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, calificó el evento de "nuevo Pentecostés", y llamó a los jóvenes a participar en la nueva cruzada en torno a Benedicto XVI. "La tarea, que hemos asumido al servicio de la Iglesia y de su pastoral juvenil, es de unas proporciones materiales y espirituales nada comunes, ¡inconmensurables!", señaló.

Una de las partidas llega a través de la famosa casilla de la Iglesia en la declaración de la Renta, que el año pasado aportó a las arcas de la institución, de forma directa, más de 250 millones de euros.

Fines sociales
A ello hay que sumar al menos otros 80 millones que la Iglesia recibe a través de la x de "otros fines sociales", de la que se benefician proyectos de ONG católicas. Una cantidad que no es relevante teniendo en cuenta el total de las donaciones públicas a la Iglesia, pero que sí refleja la pervivencia de unos privilegios incompatibles con el Estado laico y que, en algunos casos, se remontan al siglo XIX.

Expertos en Derecho Eclesiástico como Óscar Celador o Dionisio Llamazares critican que la jerarquía eclesiástica "viva de las rentas de la desamortización de Mendizábal (1822)", y que los actuales Acuerdos Iglesia-Estado que consagran la financiación pública de la Iglesia, aunque también elcompromiso de esta, jamás cumplido, por trabajar en su autofinanciación son "inconstitucionales".

Una situación que, además, genera desigualdades con otras confesiones. En la práctica, la Iglesia católica es la única religión con financiación pública. Judíos, musulmanes y evangélicos se reparten apenas 6 millones de euros (a través de la Fundación Pluralismo y Convivencia), mientras que la Iglesia católica recibe más de 10.000.

Ajena a estas consideraciones, la jerarquía eclesiástica ha lanzado una campaña la que anima a los contribuyentes, católicos o no, a marcar las dos casillas de la Renta, lo que supone detraer el 1,44% de los impuestos, la mitad a la Iglesia y la otra mitad a "Otros Fines". "No pagarás más, no te devolverán menos", afirma el lema de este año.

Campaña "austera"
El gerente del Episcopado, Fernando Giménez, sostiene que se trata de una nueva campaña "austera e imaginativa", que incide en "la impagable labor que realiza la Iglesia por la sociedad sin pedir nada a cambio".

La campaña cuenta que la Iglesia trabaja con los inmigrantes, los presos, los huérfanos o los ancianos. Sin embargo, la realidad es que todos los fondos recaudados por los obispos con la famosa casilla van a sufragar el culto católico, los sueldos de los sacerdotes y la Seguridad Social del clero. De hecho, aunque su ejemplo y su función social aparezcan en los anuncios de la casilla eclesiástica, las ONG católicas reciben su ayuda a través de la casilla de Otros fines de Interés Social.

Giménez insistió en que marcar la X de la Iglesia "supone apostar por la familia, la educación en valores, el desarrollo de las personas y luchar contra la crisis". Una crisis que, hasta la fecha, no ha afectado a las arcas de la institución, que en los últimos dos años ha visto cómo la cantidad ingresada por el IRPF pasaba de 140 millones de euros a 253,4 millones.

¿A dónde va el dinero? Los presupuestos de la Conferencia Episcopal indican que el montante de la casilla se dedica a pagar los sueldos de los curas. Aunque no todos opinan lo mismo. Europa Laica denuncia cómo tanto la jerarquía de la Iglesia como las organizaciones católicas financiadas a través de los fines sociales, "dedican parte de sus recursos a sufragar costosas campañas para promover la represión sexual, la discriminación por razón de género u orientación sexual, contra la libertad de la mujer, contra los avances científicos o contra la eutanasia y la muerte digna".

Discriminación
Desde hace años, distintas instituciones, religiosas y laicas (desde Redes Cristianas a Europa Laica) claman por la eliminación de la casilla de la Iglesia en el IRPF, que consideran "una discriminación para los contribuyentes que no señalan ninguna casilla", afirma el teólogo Evaristo Villar. Por su parte, el presidente de Europa Laica, Francisco Delgado, sostiene que "con el actual sistema, el Estado conculca el artículo 31 de la Constitución que indica que todos los ciudadanos deben contribuir al sostenimiento de los gastos públicos en condiciones de igualdad".

Con motivo del arranque de la campaña del IRPF, Europa Laica ha exigido al Gobierno la eliminación de la casilla de la Iglesia católica, puesto que "refleja el apoyo preferente del Estado a la religión católica y la discriminación para los ciudadanos que aun siendo creyentes no desean que se financie la iglesia católica, para aquellos que son fieles de otras religiones y para todos los que no tienen religión".

Europa Laica rechaza también la casilla de asignación tributaria a fines sociales, porque "lo que se recauda por este concepto se entrega a organizaciones y fundaciones católicas, de ahí que la jerarquía católica anime a marcar ambas casillas", como así sucede este año.

Después de más de 30 años de democracia y de vigencia de una Constitución que establece "que ninguna confesión tendrá carácter estatal", las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado español no han cambiado sustancialmente, aunque la influencia de aquella sobre la sociedad sea menor.

El incremento de la financiación de la Iglesia por parte del Estado y los privilegios económicos, jurídicos y políticos, de los que disfruta demuestra que todavía "estamos en un estado confesional encubierto", a juicio de Europa Laica. Muy lejos, cuando menos, de la separación que reivindicaba Jesús de Nazaret. Y es que el César, muchas veces, está demasiado cerca de Dios.

Del IRPF a las exenciones tributarias

249 millones: Asignación IRPF

La Iglesia destina la asignación del IRPF íntegra a la financiación del culto y el clero.

80 millones: "Otros fines"

Es la parte que recibe de la casilla "otros fines" del IRPF. Va a diferentes proyectos de instituciones católicas.

1.000 millones: Sin impuestos

Es el ahorro por la exención del pago de impuestos como el del IBI o el de patrimonio.

4.600 millones: Profesores y conciertos

Recibe del Estado para pagar a los 16.000 profesores de religión de los colegios públicos y financiar centros concertados.

3.200 millones: Atención sanitaria

Para financiar tanto dispensarios y centros para transeúntes, como hospitales y centros de salud dirigidos por órdenes religiosas.

25 millones para funcionarios

Le entrega el estado para el pago del sueldo de los religiosos que ejercen como capellanes en cárceles y cuarteles.

500 millones: Monumentos

Es el dinero que recibe para financiar las labores de conservación del patrimonio artístico propiedad de la Iglesia

290 millones: Eventos locales

Subvenciones para abonar los gastos de eventos religiosos y asociaciones de ámbito local

60 millones: Jornada de la juventud

Es el dinero que, según las previsiones, costará al erario público las Jornadas de la Juventud que se celebran este verano en Madrid.

Jesús Bastante

Libro Secreto de los Ancianos Testigos de Jehová

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Les presentamos el libro ultrasecreto de los ancianos o pastores de la organización sectaria de los conocida como Testigos de Jehová. El se titula "
Pastoreen el Rebaño de Dios". Muchos miembros de tal organización ni siquiera saben de la existencia de este libro exclusivo de sus jerarcas. ¿Con qué propósito lo mantienen en extrema reserva? ¿Cuál es su contenido? Tal vez a usted como testigo de Jehová le han enseñado a no leer ninguna información que hable en contra de su organización, pero mire usted, este libro ha sido escrito por la Watch Tower, y por tanto no cree usted que este material no le hará ningún daño a su fe si lo lee? Ciertamente no le hará ningún daño, puesto que le abrirá los ojos a usted, a su familia, a sus amigos, etc de la forma en cómo está estructurada la organización de la que usted forma parte. Le pedimos que presente tal libro o coméntele de tal libro a sus pastores o ancianos del salón del reino, propóngales hacer un estudio o una reunión donde se exponga su contenido a todos los testigos que desconocen este libro. Lo más probable es que usted sea llevado a una Audiencia Judicial si se atreve a hablar de este libro o de su contenido a los demás testigos de Jehová, pero le exhortamos a ser valiente y a aferrarse a la verdad. Pues como dice el evangelista Lucas:

"Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir á luz". (Lucas 8:17)

El libro cubre temas tales como:

Cómo está organizado el cuerpo de ancianos, cómo nombrar y dar de baja a los ancianos y siervos ministeriales, qué hacer cuando un hermano nombrado se muda a otra congregación (sí, los Testigos de Jehová no se pueden cambiar de congregación tan libremente o fácilmente) y qué hacer cuando un hermano viene de otra congregación, cuándo formar y como preparar un comité judicial, cómo distinguir un arrepentimiento sincero (sí, se les entrena para saber cuando usted les está mintiendo), qué hacer si usted amenaza con demandarlos, el trato a los expulsados, el procedimiento a seguir para una readmisión, y mucho, mucho más, pero es mejor que se dé cuenta por usted mismo, ya que seguramente sus ancianos nunca compartirán esta informacíon con usted.

A los demás hermanos que no son testigos de Jehová, les pedimos que compartan este artículo en susredes sociales favoritas, para que muchos testigos de jehová lleguen a abrir sus ojos a la verdad. El trabajo está hecho, ahora les toca dar a conocer este libro a cuantos sea posible. Dios les bendiga!!

Niña de 8 años visiones del cielo y del infierno - Testimonio Escri

Janet Balderas Canela, Puerto Rico.
Visiones del Rapto, Tribulación, la Ciudad Santa, y los tronos de Dios y Satanás.


Queridos hermanos, que el Señor bendiga a todos ustedes en esta hora. Vamos a leer la Biblia en 2 Corintios 12:1-4, la Santa Palabra de Dios. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo "Tengo que ir a la jactancia. Aunque no hay nada que ganar, voy a ir a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que catorce años atrás fue arrebatado hasta el tercer cielo. Ya fuera en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe. Y sé que este hombre, ya sea en el cuerpo o aparte del cuerpo, no lo sé, pero Dios sabe que fue arrebatado al paraíso. oyó palabras inefables, las cosas que el hombre no está permitido decir ".

Diré a usted una experiencia que tuve con el Señor, el 5 de septiembre de 1999. Estuvimos en la iglesia y el poder de Dios estaba allí llenando nuestras vidas. Caí al suelo y sintió la presencia del Señor en mí. Me sentí que el Señor estaba tratando conmigo, y él me empezó a mostrar las visiones.
En una visión, vi a dos caminos, uno era muy amplio, con muchas personas caminando sobre ella, pero se camina hacia su destrucción. El otro camino era muy estrecho, vi que había mucha gente caminando por este camino, alabando y dando honor al Señor.

Entonces el Señor me mostró otra visión en la que un ángel estaba luchando con un dragón. El dragón lanzó fuego y los demonios a la Tierra. Después de que vi a otra visión de un reloj de brillantes muy brillante. Estaba hecha de oro. El tiempo que se muestra fue doce. Pero vi una mano que el reloj se remontan a las once. El Señor me dijo: "Mira, mi siervo, me tomo el tiempo de vuelta porque mi pueblo no están preparados como yo quiero que sean, estoy tomando el tiempo atrás, porque mi pueblo no me alaba como yo quiero, por eso, por mi gran misericordia, le estoy dando una última oportunidad, para que todo el que viene a mis pies se recibe la vida eterna"
Entonces el Señor me mostró otra visión, mientras que yo todavía estaba tirado en el suelo. Vi a un hombre a caballo hacia mí. Extendió sus manos y se acercó a donde yo estaba acostado en el suelo. Entonces sentí que el Señor tome me tomó en sus brazos. Sentí que tener en mi espíritu de mi cuerpo y en sus brazos. Entonces empezamos a andar, nos dirigimos hacia arriba y no se detuvo en un lugar demasiado alto o bajo. Me dijo: "Miren a mi siervo, Te dije que me iba a llevar conmigo, y eso es lo que estoy haciendo ahora, porque lo que digo con mi boca se va a cumplir. Lo que yo digo, lo sé. Por eso te he traído aquí a mi sierva. Pero primero yo te mostraré mis heridas, por lo que se tendrá en cuenta y no olvidarán nunca lo que he hecho para todos ustedes ".

Llegamos al trono de Dios y el Señor me mostró el lugar en que los clavos se pusieron y donde se le abrió el costado. También me enseñó cómo era azotado EL. Vi todas las marcas de las barras y lo que hizo por todos nosotros. El dijo: "Mira mi sierva, muchos de ustedes no tienen en cuenta todo lo que he hecho por ti, muchos de ustedes olvidan que murió por ti en la cruz del Calvario, y siento que mi dolor de servicio. siento dolor cuando mi pueblo me niegan, es como abrir esa herida de nuevo, y me duele. Es como que me están crucificando de nuevo en la cruz. "Vi cómo el Señor estaba llorando, porque se siente dolor cuando nosotros le fallamos.

El CIELO

Él dijo: "Sierva yo te mostraré muchas cosas, yo te mostraré las calles de oro y el mar de cristal, así que puedes ir y decirle a mi pueblo las grandezas que tengo para ellos". Pronto llegamos a un lugar con hermosas calles, tan hermosa. Nunca he visto o tocado estas cosas en la Tierra. Las calles estaban brillando, el Señor dijo: "Mi sierva, el tacto de esta calle de oro, porque usted y mi pueblo van a vivir aquí, porque aquí mi pueblo paseará muy pronto. "Vi el reflejo del Señor y yo a caballo juntos.

Después de eso llegamos a la mar de cristal, era tan hermosa. Mientras yo iba con el Señor por medio de ese mar precioso me dijo: "Mi sierva, todo esto no es mío, todo esto es para mi pueblo. Todo lo que usted pueden tener y que he preparado con tanto amor para mi pueblo. "Entonces dijo:" Sierva venir aquí, porque yo te mostraré las cosas de otros. "

Entonces llegó a un hermoso lugar donde pude ver la gloria de Dios y sentir su poder. Era un lugar grande y hermosa. Vi muchas mesas, así que le pregunté al Señor: "Señor, ¿qué son todas estas tablas están buscando?" Él dijo: "Sierva, recuerda las bodas del Cordero, recuerda que en estas mesas vamos a celebrar las Bodas del Cordero." Vi a un incontable número de mesas, y no pude ver el final de ellos. Hay ángeles en cada de mesa, así que le pregunté al Señor: "Señor, ¿por qué hay un ángel en cada mesa y en cada silla?". El Señor dijo, "Mi sierva, estos ángeles están con la decoración de las mesas, estos ángeles preparan cada mesa, porque ya estoy preparando todo".

Queridos hermanos, estos cuadros eran tan brillantes, todos ellos eran de oro. Las mesas estaban muy bien decoradas. Vi cómo cada ángel se ponía el tenedor, el cuchillo, la cuchara, las copas, los platos, todos de oro, tan hermosa. El Señor me dijo: "Sierva, dile a mi gente que se preparen porque muy pronto estarán conmigo, para que puedan venir y disfrutar conmigo en las Bodas del Cordero."

Era tan hermosa, la presencia del Señor que se podía sentir allí, tanta gloria y majestad, el Señor dijo: "Sierva, venir aquí porque yo te mostraré las cosas de otros." Llegamos a un lugar con muchas hermosas puertas, por lo que muchas hermosas puertas. Le dije: "Señor, ¿qué hay detrás de esas puertas?" Él dijo, "detrás de estas puertas son mis discípulos, detrás de estas puertas están mis apóstoles, detrás de estas puertas están todos los que alguna vez caminó sobre la Tierra para alabar y glorificar a mi nombre."

Comenzamos a andar de nuevo y llegar a una puerta que estaba entreabierta, y el Señor dijo: "Sierva ven aquí, ven aquí, porque detrás de esta puerta esta María. Acércate y escucha lo que dice, así que puedes ir y decirle a mi gente, cómo María está sufriendo. "me acerqué y vi a una joven, como una hermosa joven, tan bella, su rostro era tan bonita. Estaba mirando por una ventana muy pequeña. Estaba de rodillas y mirando a la Tierra, llorando con un tremendo dolor.

Ella dijo: "¿Por qué adorarme? ¿Por qué, si yo no tengo el poder! ¿Por qué adorarme a mí? Yo no hago nada! No me adoren! No se inclinen ante mí, porque yo no puedo salvarte! El único que puede salvar, el único que puede redimir es Jesús, quien murió por toda la humanidad! Mucha gente dice que tengo poder, que puedo hacer milagros, pero eso es mentira! no hago nada! Dios Todopoderoso estaba contento conmigo y usó mi vientre para que Jesús pudiera nacer y salvar a todos, pero no tienen ningún poder. Yo no puedo hacer nada! No se inclinen ante mí! no me adoren, porque yo no soy digna de culto. El único que es digno, el único al que se inclinen y adoren es Jesús! Él es el único que cura y salva! "

Pude ver cómo la joven se encontraba en el dolor tan tremendo, lleno de angustia y llanto. Ella dijo: "¡No! No me adoren! ¿Por qué se inclinan ante mí? Yo no hago nada!"

TÚNICAS Y CORONAS
El Señor me dijo: "Sierva venir aquí, porque voy a seguir mostrando cosas." Llegamos a un lugar muy hermoso donde yo podía sentir la gloria de Dios. Vi y líneas de ropas blancas, tan blanca y hermosa! Me tocó, y el Señor dijo: "Sierva, el tacto de estos trajes, ya que estas ropas son para todos ustedes".

Vi muchas líneas de ropas. era tan brillante y blanco, como no he visto en la Tierra. El Señor dijo: "Sierva, estos trajes son para todos ustedes." Había lágrimas corrían por las mejillas del Señor. El Señor dijo: "Sierva, muchas de estas ropas blancas, se quedará aquí, esperando a que alguien las tome. Muchos de estos trajes se quedarán aquí, esperando a un cuerpo." Le pregunté" ¿Por qué Señor?", me contesto:"Debido a que muchos no me adoran como yo quiero, muchos no prestan atención a todas las cosas que hago para todos ustedes. Sierva, muchas de estas túnicas blancas se quedará aquí, esperando una cuerpo, porque en mi reino no recibo nada sucio. En mi reino sólo permite las cosas sagradas, porque está escrito en mi Palabra, santos, porque yo soy santo. "(1 Pedro 1:16)

Yo miré y vi muchos vestidos, cada uno tenía un nombre escrito en oro. Toqué los trajes que eran más pequeños y de diferentes tamaños, y le dije: "Señor, estos pequeños, que van a llevar ellos?" El Señor contestó "Siervo, recuerde Hijitos míos, recuerdo que tengo para todo el mundo, no me hace acepción de personas, estos trajes son poco para mis niños pequeños que alaban mi nombre, son para mis niños que les gusta ir a mi casa y glorificar a mi nombre, por lo tanto he preparado grandes cosas para ellos. tengo para todo el mundo que busca de mí, tengo para todos los que vienen a mis pies, yo les doy vida eterna ".

Comenzamos a andar de nuevo, y pronto llegamos a un lugar enorme con muchas coronas. Había coronas de lujo, brillantes coronas, así que le dije: "¡Oh Señor! Esas coronas, que son tan hermosas. ¿Quiénes tendrán estas coronas?" El Señor dijo: , "Sierva, estas coronas que estas tocando, son para aquellos que alaban mi nombre, para aquellos que realmente glorificar a mi nombre el camino que quiero."

El Señor me mostró otras coronas, pero me di cuenta que eran sólo en marco. Entonces el Señor dijo: "Sierva mirar en esta dirección". Y comencé a ver otras coronas, pero estos se hicieron coronas de espinas, por lo que he dicho, "Señor, no dejes que una corona de espinas o un marco sencillo para mí!" El Señor me dijo: "Sierva, en este lugar hay tres tipos de coronas: la corona de lujo que usted puede ver y tocar son para aquellos que realmente la alabanza mi nombre, para todos aquellos que de verdad y con todo su corazón glorifican y alababan mi nombre. Son para aquellos que trabajan en mi viña, para aquellos que disfrutan de estar en mi casa, para aquellos que les gusta hacer un esfuerzo y tomar la molestia de ser agradable a mi Palabra. Las coronas que son sólo un marco, que se puede ver y tocar son para aquellos que están jugando con mi palabra, es para aquellos que no les gusta estar en mi casa, es para aquellos que lo hacen rápido, ni tienen paciencia, ni glorifican mi nombre, son para aquellos que solo me alaba de labios, pero no con el corazón como yo quiero. ¿Por qué mi sierva? Porque nadie puede engañar a mí, no hay lugar para esconderse de mí. Sierva, esas coronas de espinas que se puede tocar y ver, son para aquellos que se burlan de mi palabra, son para aquellos que critican a mi palabra, también se para todos aquellos que estoy llamando a sus corazones, pero no quieren aceptar mi palabra, para todos aquellos que critican a mi palabra ".

VISIÓN DEL ARREBATAMIENTO
Después el Señor me dijo: "Sierva yo te mostraré el arrebatamiento, yo te mostraré cómo será mi venida." Entonces le dije: "Señor ya he visto muchas cosas, ¿por qué me va a enseñar más?" Entonces llegamos al Trono de Dios, y he visto miles y miles de ángeles reunidos allí. Entonces empezamos a bajar, y el Señor y me detuve en una hermosa nube muy blanca. El Señor dio órdenes a los ángeles que vienen y recibir de la iglesia, y el Señor me dijo: "Sierva observa cuidadosamente, porque esta es la forma en que será cuando vuelva, así será mi venida." Vi a gente resucitado de entre los cuatro rincones de la Tierra, alabando el Nombre del Señor. Todas esas personas se cubren con el poder de Dios. Iban vestidos con túnicas blancas se levanta y suben. Empezaron a cantar una canción muy bonita, "Santo, Santo, Santo, eres tu, oh Señor! Gracias Padre! Porque usted nos ha salvado a nosotros! Gracias, Señor, porque usted nos ha redimido!

Vi a muchas personas diferentes, altos, bajos, oscuros, blancos. Toda la gente, y todos los ángeles se acercaron a la nube donde estaba el Señor y yo. Todas las personas y los ángeles estaban llenas de acción de gracias al Señor, y todos decían al SEÑOR: "Santo! Santo! Santo eres tu, ¡oh!" Fue una cosa tremenda, vi mucha gente que creía y que conocía. Todos ellos se cubrieron de la gloria de Dios.

VISIÓN DE LA TRIBULACIÓN
Después de que llegamos al trono de Dios, y el Señor dijo: "Sierva, ven aquí." Salimos de la sala del trono y llegó a un lugar con una ventana muy pequeña. El Señor dijo: "Sierva, ahora mira hacia abajo ". vi terrible desolación, la desolación era tan tremenda, toda la tierra estaba desolada y llena de dolor. El Señor dijo:" Mira sierva, esto es lo que va a ser después de haber tomado mi pueblo de la Tierra, esto será después de Mi llegada, será cuando mi iglesia está aquí conmigo. "Vi tan tremenda desolación.

Vi a gente que se celebraba por un momento, pero luego, vi a un padre buscando a su hijo, una madre en busca de sus hijas, pero no podían encontrarlos, porque Dios Todopoderoso los había tomado en el arrebatamiento. Familiares fueron en busca de otros familiares, pero no podían encontrarlos. La gente buscaba a sus vecinos, pero no podían encontrarlos, porque el Señor los había traído a EL.

Algo terrible lo que estaba sucediendo en toda la Tierra. Vi a un pastor corriendo de un lugar a otro, y le pedí al Señor: "Señor, ¿por qué ese hombre corren de un lugar a otro?" El Señor me respondió: "Sierva, el presente hombre era un pastor, que pensaba que iba a tardar en venir por mi pueblo, fue dejado, no pensaba que iba a venir ahora, pensaba que iba a tomar un tiempo largo antes de que yo iba a volver, y por eso fue dejado. "El pastor estaba corriendo por todos lados, diciendo:" Señor, ¿por qué me dejaste? Si soy un pastor, si tengo una posición en la iglesia, y la iglesia se ha ido y me he quedado? ¿Por qué me he quedado? "El Señor dijo:" Sierva, no puedo hacer nada ahora por el, el pensaba que mi venida se iba a retrasar y no se preparó y por eso se quedo."

EL LIBRO DE LA VIDA
Después me mostro un libro muy brilloso y de oro. Le dije: "Señor, que es ese gran libro, ¿qué es?" Él me dijo: "Sierva en este libro están los nombres de los que me alaban, y los nombres de los que se han arrepentido y han buscado mis caminos. Porque este es el libro de la vida. En este libro están escritos todos los que se reúnen para alabar y glorificar a mi nombre. "El libro era tan grande, y había cartas escritas en oro. Él dijo," Mira mi sierva, muchos de estos nombres no han sido borrados, por mi misericordia, porque muchos me dan la espalda a mí, pero Mi misericordia es tan grande que no los he borrado, porque yo no quiero que nadie perezca, sino que todo el mundo tenga vida eterna. "Comencé a tocar el libro, y vio cómo muchos nombres fueron escritos en el.

EL INFIERNO

Después el Señor me dijo: "Sierva, yo te mostraré el infierno." Entonces le dije: "Señor, no, no seré capaz de soportarlo, con todo lo que me has demostrado ya, he tenido bastante . "Y el Señor me dijo:" Sierva yo te mostraré el infierno, porque le vas a decirle a la iglesia y a la gente que hay un cielo, pero también hay un infierno. "Empezamos a bajar y bajar, aún lejos del infierno cuando empecé a oír gritos y grandes gemidos. Le dije: "Señor, sácame de aquí, porque no voy a poder hacer frente a esto!" El Señor me respondió: "Miren a mi sierva, no tengas miedo porque yo estoy contigo. "Fuimos a través de algunos túneles. Había una gran oscuridad en ese lugar, una oscuridad como nunca me he sentido en la Tierra.

Caminamos por algunos muros y oí tantas almas, gritos, gritos de dolor y angustia. El Señor dijo: "Sierva vamos a seguir adelante." Llegamos a un lugar donde una persona estaba gritando. Le pregunté al Señor: "Señor, ¿por qué hemos llegado aquí? "Él contestó:" Mira sierva, analiza con mucho cuidado con esta persona, porque esta persona era un pariente suyo en la Tierra. "Y le dije:" Señor ¿quién es? No puedo reconocer a esta persona ". El Señor dijo: "Esta persona era tu abuela, era tu familiar en la tierra.

Ella dijo: "Por favor, dame agua, sácame de aquí, porque no puedo soportar este dolor más, tengo sed." Pero yo no podía hacer nada, lo único que hice fue llorar. Le dije: "Señor su infinita misericordia y su bondad infinita, sácala de aquí! ¿Por qué está aquí, si mis padres me dijeron que estaba en el cielo? ". El Señor dijo: "Sierva, el sacerdote dijo a sus padres que había ido al cielo, eso fue una mentira, porque ella solía inclinarse ante imágenes, adoraba las imágenes, esas imágenes no pudieron salvar ella. Muchas veces toque a su corazón, pero en cambio decidió burlarse de mi Palabra. Decidió que era mejor seguir el mundo que honrar mi nombre, por eso qué está aquí. Ella nunca quiso aceptar mi palabra, nunca quiso arrepentirse, y el sacerdote les dijo que había volado a los cielos y que ya estaba en las mansiones celestiales, pero que era una mentira. Fíjese mi sierva, dónde está. "Ella estaba llorando con tanta agonía. Ella dijo:" Dame agua! Sácame de aquí! "El Señor dijo:" Sierva, no puedo hacer nada ahora, esta alma no me pertenece a mí. "Nos dio la vuelta y se marchó. Ella me gritó:" ¡No! No me dejes aquí! Dame agua! Sácame de aquí! "No podía hacer nada.

Seguimos viendo a tantas personas que trataban de agarrar la ropa del Señor, diciendo, "sácanos de aquí!" Pero el Señor les dijo, "están separados de mí, porque no me pertenece más, al que pertenece son a Satanás y sus demonios. "Era un lugar terrible, con tantas almas, tantas personas.

Trono de satanás

Seguimos a caballo y llegamos a un lugar terrible, y el Señor me dijo: "Mira sierva, yo te mostraré el trono de Satanás." Le dije, "No Señor! Yo no quiero ver a ese trono!" El respondió: "Sierva no tengas miedo, porque yo estoy contigo." Entonces llegamos a un lugar horrible terrible, vi una silla enorme con Satanás en ella. Había clavos grandes, y se reía y se reía, no podía dejar de reír. También vi a los demonios por todas partes. vi a los demonios de diferentes tamaños, vi principados, vi fortalezas, y muchos demonios diferentes. vi cómo Satanás ordenó a sus demonios, las órdenes de subir a la Tierra y provocar todo tipo de las cosas mal.

Vi cómo los demonios se acercaron y provocaron accidentes, matanzas, peleas, divorcios y todo tipo de cosas malas. Entonces se bajaban y le informaron de todo lo que hicieron. Y Satanás se reía y se reía. Satanás concedió premios a los demonios, y los demonios empezaron a celebrar él, y alabarlo y cantar para él.

Vi cómo Satanás tenía tantos planes para destruir a los cristianos, hay grandes planes para destruir a los siervos de Dios. Vi enormes iglesias y congregaciones que estaban llenos de modernismo. El Señor dijo: "Mira estas iglesias están poseídas por satanás, y no será capaz de subir conmigo. "

El Señor me mostró cómo demonios provocaron la muerte de tantos, y todas esas almas luego llegaría a esta condena, un lugar horrible. Vi un horno, y el Señor dijo: "Mira siervo, este es el lago de fuego, y esto es el infierno ".

Cada vez que los demonios provocaron matanzas, todas las almas que cayeron a este lugar. El fuego se consuma y se derretía. Las almas gritó de dolor y horror, y los demonios que volvería al trono de Satanás y decirle lo que había hecho. satanás sólo se reía y se reía y dar premios a los demonios. Los demonios entonces cantar y pasar por él, y hacer todo tipo de cosas que celebrar él. Satanás se rió con alegría y orgullo por todas las almas que iban llegando en el infierno. Siguieron cayendo segundo a segundo, y Satanás estaba tan orgulloso de que podía dejar de reír.

Le dije: "Señor, por favor, sácame de aquí, no puedo soportarlo más". Los demonios se asoman y las almas atormentadas ahí. Las almas gritaba "Déjennos en paz! ¡Déjennos en paz, no queremos más tormento, queremos paz!" Y los demonios se reían.

LA CIUDAD SANTA
Después el Señor me dijo: "Mira, sierva te mostraré la ciudad santa, así que puedes ir y decirle a mi pueblo las grandezas que tengo para ellos." Subimos y llegamos a un lugar hermoso, donde hay hermosos árboles, pinos tan alto. Todo era tan bonito. pude sentir esa paz.

En la puerta de esa ciudad hay un hermoso arco iris. Hubo muchos ángeles a ambos lados de un camino. Entramos por la puerta y el Señor me dijo: "Sierva, esta es la Ciudad Santa." Caminamos hasta que llegamos a un jardín lleno de hermosas rosas, como nunca he visto en la Tierra.

Me solté de la mano del Señor y yo corrimos hacia el jardín. Abracé a las flores, que estaban tan bien y su olor era delicioso. Yo iba a cortar una flor, pero el Señor me dijo: "Ninguna sierva, no puedes tomar nada todavía. Ustedes serán capaces de tomar estas flores sólo cuando mi gente venga a aquí, cuando mi iglesia llegue a este lugar, entonces usted serán capaces de tomar estas flores. "Y le dije:" Señor, yo solo quería tomar unas flores para mostrárselas a toda la iglesia en la Tierra. "Pero el Señor me dijo:" No, sierva, porque mi gente no está aquí todavía. "Vi muchos tipos diferentes de flores hermosas.

Luego nos dirigimos a través de la hierba verde hermosa. El Señor se sentó en la hierba, y con una hermosa sonrisa dijo: "Sierva, todo esto que tocas y ves lo he preparado para mi pueblo".

Luego fuimos a un lugar con un árbol enorme que estaba lleno de frutas. Le dije: "Señor, este árbol? ¿Qué significa este árbol? Y todos estos frutos?" Yo también iba a tomar uno de los frutos, pero el Señor me dijo otra vez: "No, sierva, usted no puede tomar los frutos todavía, porque este árbol es el árbol de la vida, y de este árbol mi pueblo comerá cuando venga aquí. Mientras tanto, usted no puede tomar nada hasta que mi pueblo ha llegado aquí ". El árbol tenido hermosos frutos.

Luego seguimos a caballo, y vi tantas bellas mariposas y los animales. El Señor dijo: "Sierva de todas estas cosas aquí están son para mi pueblo. Dile a mi gente que voy muy pronto, que van a estar aquí, paseando en esta ciudad santa. "

Continuamos y llegamos a otro lugar hermoso, con muchos árboles grandes y pinos. El Señor dijo: "Sierva, todo esto es para mi pueblo. Sierva, venir aquí porque yo te mostraré maravillas". Llegamos a un lugar hermoso que estaba lleno de ángeles. Un ángel era enorme, y tenía una gran trompeta a la boca. Le dije: "Señor, ese ángel, ¿qué significa eso?" El Señor contestó: "Mira sierva, este ángel está esperando una señal, este ángel está a la espera de una orden que le doy, para que pueda empezar a sonar la trompeta, y cuando ese ángel comienza a tocar la trompeta, mi pueblo SUBIRÁ Y SE TRANSFORMARÁ. Pero estate seguro de una cosa sierva, esta trompeta será escuchado solo por aquellos que están atentos! Así que ve a decirle a mi pueblo, dile a mi pueblo no dormir, porque si usted se cae de sueño y no oye la trompeta ellos, porque están durmiendo, no voy a levantarlos. "

El ángel era tan grande y hermoso, y detrás de él había muchos más ángeles que tenían menores trompetas. Las trompetas fueron hechas de oro, y fueron muy brillantes. El Señor dijo: "Sierva, dile a mi gente que deben estar listos, porque estoy a punto de dar la orden para que suene la trompeta".

Comenzamos a andar de nuevo y el Señor dijo: "Mira sierva, le mostraré el trono de mi Padre, así que usted puede ir y decirle a mi gente que mi Padre es real, y que soy real. "Empezamos a caminar, el Señor, los ángeles y yo. Cuando todavía estábamos lejos de el trono del Padre, yo sentía que no podía aguantar más, no podría estar ante tal poder y gloria. A medida que nos acerca más y más, sentí que era como una pluma, casi no podía caminar. Si los ángeles no me sostienen, no podía seguir caminando.

Llegamos al trono del Padre, y yo podía sentir un enorme poder como de la Corona. Potente rayo salió del trono, fue tan glorioso y enorme. Tal poder rodeaban el trono, fue brillante y de oro. Alguien sentado en el trono, pero no pude ver su rostro, no podía soportar la energía que viene desde el trono. Sólo podía ver al Padre de la cintura hacia abajo. Pero de cintura para arriba, no pude ver porque me caí al suelo. Me caí porque no podía soportar ese poder y gloria.

Después vi a 24 ancianos alabar y glorificar el nombre del Señor. Vi arcángeles enormes que también glorificaban el nombre del Señor. Los 24 ancianos se arrodillaron diciendo: "Santo, Santo, Santo, solo tu OH Señor!" Los ángeles nunca se cansaron de glorificar y alabar al Señor, y los ancianos nunca dejaron de glorificar el nombre del Señor. tremendo fuego salió del trono, y había tantas cosas hermosas en ese trono.

Después nos fuimos y llegamos a un lugar donde había un gran ángel. Le dije: "Señor, ¿quién es ese ángel?" El Señor contestó: "Mira sierva, este es el ángel Gabriel, y mira este otro ángel, es Miguel. "Eran tan grandes y hermosos. El Señor dijo:" Sierva, dígale a mi pueblo que el ángel Gabriel y el ángel Miguel realmente existen. "

Después, el Señor dijo: "Sierva, ven aquí, porque yo te mostraré el látigo." Llegamos a otro lugar donde vi al Señor sacar un látigo y dijo: "Sierva esto es para los desobedientes, este látigo es para aquellos que no quieren obedecer mi Palabra, entonces los voy a azotar con este látigo, porque castigo a los que amo. "Vi cómo el Señor golpeó la silla con el látigo, y me dijo:"me obedecen, porque los que no Me obedecen es la disciplina ". (Apocalipsis 3:19 todos los que amo Yo reprendo y castigo. Así que, se pues celoso y arrepiéntete.)

Entonces el Señor me llevó a un lugar precioso, un lugar enorme, donde vi más coronas de oro. Sin embargo, esas coronas ya tenían nombres escritos en ellos, y estaban llenas de perlas, el Señor dijo: "Mira siervo, esta corona aquí es para mi siervo Yiye Ávila, y este otro es de mi siervo Arturo García. "Las coronas eran preciosas!, En una corona estaba escrito "Aída Vadillo", en otra "Miguel Durán", en otra "Armando Durán.", también vi coronas para Pablo Pintado " y "Nahum Zamudio".

El Señor me dijo: "Sierva, esto es para mostrar que la corona de Mis siervos que trabajan en mi viña, están aquí. Así que puedes ver a mis siervos que están predicando mi palabra, hay grandes recompensas para ellos. "Vi miles y miles de coronas, todas ellas con nombres escritos.

Vi otra corona que comenzó a perder todas las piedras. dije: "Señor, no dejes que este sea mi corona!, "El Señor me dijo:" Mira sierva, esto es lo que ocurre con aquellos que no quieren trabajar en mi viña más, a aquellos que prefieren dar la espalda a mí y no me alaba. Son para los que no quieren trabajar en mi viña más, esto es lo que sucede con sus coronas. "(Apocalipsis 3:11).

Entonces el Señor me llevó a otro lugar muy hermoso, y vi un montón de gente que estaba durmiendo. Llevaban ropas muy blanca. Le dije: "Señor, ¿quién es toda esta gente?" El Señor contestó: "Mira siervo, todas estas personas aquí están son las que han muerto en la Tierra, y ahora está aquí descansando en el paraíso, y cuando de la orden a la trompeta que suene, los que están muertos serán resucitados primero y luego los que están vivos en de la Tierra. "Había mucha gente, y sus vestidos eran tan blancos. (1 Tesalonicenses 4:16-17)

Nadie hablaba con nadie, simplemente estaban durmiendo, en un sueño muy profundo. Y el Señor me dijo: "Sierva están descansando ahora, pero cuando suene la trompeta, ellos resucitarán primero y luego los que se queden vivos en la Tierra serán levantados junto con ellos, para estar conmigo. Y luego podremos celebrar las Bodas del Cordero."

RICHARD BENNETT – EX SACERDOTE CATÒLICO








DE LA TRADICION A LA VERDAD

La historia de un sacerdote católico romano

por Richard Peter Bennett

Nací en Irlanda, en una familia católica de ocho hijos. Tuve una niñez feliz y completa. Mi padre fue coronel del ejército irlandés hasta el día que se jubiló, cuando yo tenía nueve años de edad. Como familia, nos gustaba jugar, cantar y actuar. Nuestra casa estaba en un campamento militar en Dublín.

Eramos una típica familia irlandesa católica romana. Algunas veces mi padre se arrodillaba al lado de su cama para orar en una manera solemne. Mi madre le "hablaba" a Jesús mientras cocinaba, o lavaba los platos, o hasta cuando fumaba un cigarrillo. Casi todas las noches nos arrodillábamos en la sala de nuestra casa para rezar el Rosario juntos. Nunca faltábamos a misa, a menos que estuviéramos seriamente enfermos. Como a la edad de cinco o seis años, Jesucristo era una persona muy real para mí, lo mismo que la virgen María y los demás santos. Puedo identificarme fácilmente con otras personas de las naciones católicas tradicionales de Europa y con los latinoamericanos y filipinos, que ponen
a Jesús, María, José, y a todos los otros santos mezclados en un mismo caldero de fe.


En la Escuela Jesuita de Belvedere me inculcaron el catecismo. Fue también en esa escuela donde estudié para mi educación primaria y secundaria. Al igual que cualquier niño educado por los jesuitas, antes de los diez años ya podía recitar las cinco razones por las que Dios existe, y por qué el Papa era la cabeza de la única iglesia verdadera. Rescatar almas del purgatorio era un asunto muy serio. La frase citada con frecuencia, "Es un pensamiento santo y bueno orar por los muertos para que sean liberados de sus pecados", la aprendimos de memoria aunque no comprendíamos el significado de dichas palabras. Nos dijeron que el Papa, por ser la cabeza de la iglesia, era la persona más importante del mundo. Lo que él decía, era ley, y que los jesuitas eran su mano derecha. Aunque la misa se decía en latín, trataba de asistir diariamente porque me intrigaba la profunda sensación de misterio que la rodeaba. Nos dijeron que esa era la manera más importante de agradar a Dios. Nos animaban a orar a los santos, y teníamos santos patrones para casi todos los aspectos de la vida. No tuviera seguro de ello en mi vida, con la excepción de San Antonio, el patrón de los objetos perdidos, puesto que yo tenía la mala costumbre de perder muchas cosas.

Cuando tenía catorce años, sentí un llamamiento a ser misionero. Sin embargo, este llamamiento no afectó la forma en que estaba conduciendo mi vida. Los años más
agradables y de más satisfacción que pasé de mi juventud fueron entre los dieciséis y los dieciocho. Durante esos años me fue muy bien académicamente y como atleta.

A menudo tenía que llevar a mi madre al hospital para tratamientos médicos. En cierta ocasión, mientras esperaba que la atendieran, encontré un libro donde citaban los siguientes versículos de Marcos 10:29 al 30: "Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo... y en el siglo venidero la vida eterna". Sin conocer el verdadero mensaje de la salvación, me convencé para remisión de los pecados" (Mateo 26:28). No hice de eso una práctica común de que realmente había recibido el llamamiento para ser misionero.

TRATANDO DE GANARME LA SALVACION

En 1956 dejé mi familia y amigos para ingresar en la Orden de los Dominicos. Pasé ocho años estudiando para ser monje, lo que incluyó estudiar las tradiciones de la iglesia, filosofía, la teología de Tomás de Aquino, y un poco de Biblia desde el punto de vista católico. Cualquiera sea la fe que haya tenido, estaba institucionalizada y ritualizada en el sistema religioso dominico. La obediencia a las leyes, tanto de la iglesia como de los dominicos, fue puesta delante mí como el medio de lograr la santificación. Muchas veces hablaba con el director de estudiantes, Ambrose Duffy acerca de la ley como el medio para obtener la santidad. Además de querer ser "santo", quería también asegurarme de la salvación eterna. Aprendí de memoria la parte de la enseñanza del papa Pío XII en la que dice, "...la salvación de muchos depende de las oraciones y los sacrificios del cuerpo místico de Cristo que se ofrecen con esta intención".. Esta idea de ganarse la salvación mediante sufrimiento y oración es también el mensaje básico de Fátima y Lourdes, y traté de ganar mi propia salvación, así como la de otros, mediante dicho sufrimiento y oración. En el monasterio de los dominicos en Tallaght, Dublín, me sometí a muchas penitencias difíciles para ganar almas, dándome duchas frías en pleno invierno y castigando mi espalda con una corta cadena de acero. El director de estudiantes sabía lo que yo estaba haciendo, ya que su vida austera formaba parte de mi inspiración según lo que yo había recibido de las palabras del Papa. Estudiaba, oraba y hacía penitencias con mucho rigor y determinación. Trataba de obedecer los diez mandamientos y un sinnúmero de tradiciones y reglas de los dominicos.

POMPA EXTERIOR—VACÍO INTERIOR

En el año 1963, a la edad de veinticinco años, fui ordenado sacerdote de la Iglesia Católica Romana, después de lo cual proseguí a terminar mi curso de estudios de Tomás de Aquino en la Universidad Angelicum en Roma. Pero allí fue donde tuve dos dificultades: la pompa exterior así como el vacío interior. A lo largo de los años, por medio de otografías y libros, me había formado una idea de lo que sería la Santa Sede y la Ciudad Santa. ¿Podría ésta ser la misma ciudad? En la Universidad Angelicum también me ofendió mucho ver a los cientos de estudiantes que asistían a nuestras clases de la mañana mostrando una pasmosa falta de interés en teología. También descubrí que durante las clases leían una cantidad revistas como Time y Newsweek. Los que estaban interesados en lo que se enseñaba, sólo parecían estar tratando de conseguir títulos o cargos dentro de la Iglesia Católica en sus propios países. Cierto día fui a caminar en el Coliseo para que mis pies pudieran pisar la tierra donde se derramó la sangre de muchos mártires cristianos. Caminé en la arena del foro. Traté de imaginar en mi mente a aquellos hombres y mujeres que conocían a Cristo de una manera tan positiva que después estuvieron gozosamente dispuestos a morir quemados en la estaca o ser devorados vivos por las fieras debido a ese amor tan abrumador. Sin embargo, el gozo que sentí de esa experiencia se vio empañado por los insultos de unos jóvenes burlones que me gritaron palabras que significaban "escoria" o "basura" cuando regresaba en el autobús. Pensé que la motivación de esos insultos no era porque yo representaba a Cristo, como lo hicieron los primeros cristianos, sino porque en mí veían al sistema católico romano. De inmediato traté de borrar de mi mente ese pensamiento tan contrastante. Sin embargo, las cosas que me habían enseñado de las actuales glorias de Roma, ahora me parecían vacías y sin sentido.

Una noche, después de esa experiencia, oré por dos horas frente al altar de la Iglesia de San Clemente. Al recordar mi anterior llamamiento para ser misionero que recibí durante mi juventud, y la maravillosa promesa de ciento por uno en Marcos 10:29-30, decidí que no trataría de conseguir el título de teología, que antes había sido mi ambición desde que comenzara a estudiar la Teología de Tomás de Aquino. Esa fue una decisión importante, pero después de mucha oración, estaba seguro de que había decidido lo que era correcto.

El sacerdote encargado de dirigir mi tesis no quiso aceptar mi decisión. A fin de facilitarme el proceso de sacar mi título, me ofreció una tesis que había sido escrita varios años antes. Me dijo que podía utilizarla como si fuera mía propia siempre que hiciera la defensa verbal de la disertación. Esto me revolvió el estómago. Era similar a lo que había visto unas semanas antes en el parque de la ciudad: prostitutas elegantes exhibiéndose en sus botas de cuero negro. Lo que él me ofrecía era igualmente pecaminoso. Pero me mantuve firme en mi decisión y terminé mis estudios en la universidad hasta el nivel académico ordinario sin recibir ningún título.

Al regresar de Roma, recibí un aviso oficial que me asignaba a tomar un curso de tres años en la Universidad de Cork. Oré diligentemente acerca de mi llamamiento para ser misionero. Para mi sorpresa, a fines de agosto de 1964 recibí órdenes de ir como misionero a Trinidad en las Antillas Holandesas.

MI ORGULLO, LA CAIDA, Y UNA NUEVA HAMBRE

El primero de octubre de 1964, llegué a Trinidad y, durante siete años tuve un sacerdocio de mucho éxito, en términos católicos romanos, porque cumplí todas mis tareas y logré que muchas personas asistieran a misa. Para el año 1972, estaba muy involucrado en el movimiento católico carismático. Después, el 16 de marzo de ese mismo año, en una reunión de oración, le agradecí a Dios porque era un buen sacerdote y le pedí que, si era su voluntad, que me humillara aun más para que fuese mejor. Más tarde, esa misma noche, tuve un accidente insólito en el que me fracturé la parte posterior del cráneo y sufrí varias
lesiones en la columna vertebral. Pienso que si no hubiera estado tan cerca de la muerte
dudo, mucho que hubiera escapado de mi vanidad personal. Mis oraciones rutinarias
resultaron vacías cuando clamé a Dios en mi dolor.

En el sufrimiento que experimenté durante las semanas después del accidente, empecé a
hallar algo de consuelo en las oraciones directas y personales. Dejé de rezar el Breviario (la oración oficial de un sacerdote de la Iglesia Católica Romana) y el Rosario, y comencé a orar utilizando porciones de la Biblia misma. Este fue un proceso muy lento. No sabía cómo manejar la Biblia, y lo poco que había aprendido a lo largo de los años hizo que adoptara una actitud de desconfianza, en vez de confianza, en la Palabra de Dios. Mi capacitación en
filosofía y la teología de Tomás de Aquino me dejaron impotente, de forma que allegarme a la Biblia ahora sería como entrar en un enorme bosque oscuro sin un mapa.

Cuando más tarde me asignaron a una nueva parroquia ese mismo año, descubrí que
trabajaría junto con un sacerdote dominico que a lo largo de los años había sido como un
hermano para mí. Por más de dos años debíamos trabajar juntos en la Iglesia Pointe-a-Pierre, buscando a Dios con todo nuestro corazón según nuestro saber y entender. Leímos, estudiamos y oramos juntos poniendo en práctica lo que la Iglesia nos había enseñado. Establecimos congregaciones en Gasparrillo, Bahía Claxton y Marabella, sólo para nombrar los pueblos principales. En el sentido de la religión católica nos sentimos muy prósperos. Mucha gente asistía a misa. Enseñamos catecismo en muchas escuelas,
incluyendo escuelas públicas. Yo continué escudriñando la Biblia pero esto nunca afectó el trabajo que hacíamos. Más bien, me mostró lo poco que sabía acerca del Señor y su
Palabra. Fue en ese entonces que Filipenses 3:10 se convirtió en el gemido de mi corazón:
"... a fin de conocerle, y el poder de su resurrección..."

Durante esa época, el Movimiento Católico Carismático estaba aumentando, y nosotros lo
presentamos en la mayoría de nuestras comunidades. Debido a este movimiento, algunos cristianos canadienses vinieron a Trinidad para compartir sus experiencias ministeriales con nosotros. Aprendí mucho de sus mensajes, especialmente cómo orar por la sanidad física. El impacto total de lo que decían estaba muy orientado a la experiencia, pero fue una verdadera bendición, dadas las circunstancias, puesto que me guió a la Biblia como fuente de autoridad. Comencé a comparar una porción de la Escritura con otra y hasta mencionar las citas con capítulos y versículos. Uno de los textos que los canadienses usaban era Isaías 53:5, "... y por su llaga fuimos nosotros curados". Pero en mi estudio de Isaías 53, descubrí que la Biblia trata con el problema del pecado mediante la substitución. Cristo murió en mi lugar. Estaba mal que yo tratara de activar o cooperar en el pago del precio de mi pecado. Romanos 11:6 dice, "Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia". Y en Isaías 53:6, leemos, "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él [Cristo] el pecado de todos nosotros".

Uno de mis pecados personales era el orgullo. Me irritaba fácilmente con las personas y, a
veces hasta me enojaba. A pesar de que pedía perdón por mis pecados, todavía no me había dado cuenta de que era pecador por la naturaleza que todos nosotros heredamos de
Adán. La verdad de la Escritura es: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno" (Romanos 3:10) y, "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). En contraste, la Iglesia Católica Romana me había enseñado de que la depravación del hombre, que ellos llaman "pecado original", había sido lavado cuando me bautizaron en mi infancia. Todavía mantenía esta creencia en mi mente, pero en mi corazón sabía que mi naturaleza depravada todavía no había sido conquistada por Cristo. El versículo "A fin de conocerle, y el poder de su resurrección..." de Filipenses 3:10, continuaba siendo el gemido de mi corazón. Sabía que sólo mediante el poder de Cristo podría vivir la vida cristiana. Coloqué este texto sobre el tablero de mi automóvil y en otros lugares visibles. Se convirtió en la súplica que me motivaba, y el Señor, que es fiel, comenzó a responderme.

LA PREGUNTA FUNDAMENTAL

Primero, descubrí que la Palabra de Dios, o sea la Biblia, es absoluta y sin error. Me habían enseñado que la Palabra es relativa y que, en muchos aspectos, su veracidad puede
cuestionarse. Pero ahora comenzaba a comprender que realmente se podía confiar en la Biblia. Con la ayuda de una Concordancia de Strong, comencé a estudiar la Biblia para ver lo que decía de sí misma. Descubrí que la Biblia enseña claramente que proviene de Dios y es absoluta en lo que dice. Que es veraz en su historia, en las promesas que Dios ha hecho, en sus profecías, en los mandamientos morales que imparte, y en cómo vivir la vida
cristiana, declarando que "Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra"(2 Timoteo 3:16-17).

Hice este descubrimiento mientras visitaba Vancouver, Canadá, y cuando estaba en Seattle, estado de Washington. Cuando me pidieron que diera una disertación a un grupo de oración en la Iglesia Católica de San Esteban, tomé como mi tema la autoridad absoluta de la Palabra de Dios. Era la primera vez que comprendía dicha verdad o hablaba acerca de ella. Regresé a Vancouver otra vez y volví a predicar el mismo mensaje ante unas 400 personas en una gran iglesia parroquial. Con la Biblia en la mano, proclamé que "la Biblia, la propia Palabra de Dios, es la autoridad final y absoluta en todos los asuntos de fe y moral".

Después de la predicación, oré por una señora que desde su juventud había sufrido de cierto malestar en los ojos. El Señor la sanó. Acepté esto como una confirmación del Señor en cuanto a la verdad que acababa de comprender respecto a la naturaleza absoluta de su Palabra. Cultivé una estrecha amistad con la mujer sanada y su esposo. Dicha sanidad ha permanecido hasta el día actual. Hoy comprendo que este descubrimiento respecto a la naturaleza absoluta de la Palabra de Dios cambió mi vida a partir de ese momento. No obstante, quisiera decir que no acepto los milagros como fuente de autoridad, porque sólo hay una fuente: la Palabra de Dios. Más bien, menciono el relato del milagro porque así sucedió. Dios es soberano.

Tres días después, el arzobispo de Vancouver, James Carney, me llamó a su oficina. Allí fue que me silenció oficialmente y me prohibió predicar en su arquidiócesis. Me dijo que mi castigo habría sido más severo si no fuera por la carta de recomendación que yo había recibido de mi propio arzobispo, Anthony Pantin. Poco después regresé a Trinidad.

EL DILEMA ENTRE LA IGLESIA Y LA BIBLIA

Mientras todavía era cura párroco de Pointe-a-Pierre, le pidieron a Ambrose Duffy que me ayudara. Este era el hombre que me había enseñado tan estrictamente mientras era
Director de Estudiantes. Pero ahora las cosas habían cambiado. Después de ciertas
dificultades iniciales nos hicimos buenos amigos. Compartí con él lo que yo estaba
descubriendo. Me escuchó atentamente y expresó gran interés y deseo de saber lo que me motivaba. Vi en él un canal por el que podría alcanzar a mis hermanos dominicos y aun a los que estaban en la casa del arzobispo. Pero mi amigo falleció repentinamente de un ataque cardíaco. Sentí una profunda pena por su deceso. En mi mente había albergado la idea de que Ambrose Duffy sería la persona que podría descifrar el sentido correcto del dilema entre la Iglesia y la Biblia con el que yo batallaba tanto. Esperaba que pudiera explicarme, a mí y a mis hermanos dominicos, las verdades con las que yo luchaba. Prediqué en su funeral, y me sentí embargado por una sensación de profunda
desesperación.

Continué orando Filipenses 3:10, "... a fin de conocerle, y el poder de su resurrección..." Pero antes de conocer más del Señor, primero tenía que reconocerme a mí mismo como pecador. En la Biblia descubrí que la función que cumplía como sacerdote mediador, conforme lo enseña la Iglesia Católica Romana, es contraria a la Palabra de Dios (1 Timoteo 2:5). Me agradaba realmente que la gente me reconociera y, en cierto sentido, me idolatrara por lo que era. Explicaba racionalmente mi pecado diciendo que, después de todo, si la mayor iglesia del mundo enseña tal cosa, quién era yo para cuestionarla. Aun así, luchaba con mi conflicto interior. Comencé a darme cuenta de que la adoración a María, los santos y los sacerdotes era realmente un pecado. Pero aun cuando estaba dispuesto a renunciar a María y a los santos como mediadores, no podía renunciar al sacerdocio porque había invertido toda mi vida en ello.

AÑOS DE VACILACION

La virgen María, los santos y el sacerdocio eran sólo una pequeña parte de la gran batalla con la que me enfrentaba. ¿Quién era el Señor de mi vida: Jesucristo conforme se revela en su Palabra, o la Iglesia Católica Romana? Esta pregunta fundamental ardía dentro de mí, especialmente durante los seis últimos años como cura párroco de Sangre Grande, entre 1979 y 1985. La idea de que la Iglesia Católica Romana era suprema en todos los aspectos de fe y moral me la habían grabado en la mente desde la infancia. Me parecía imposible poder cambiar. Roma no sólo era suprema, sino que siempre la llamaban "Santa Madre Iglesia". ¿Cómo podría rebelarme contra la "Santa Madre Iglesia", especialmente cuando yo cumplía una parte oficial en dispensar sus sacramentos y en mantener a los feligreses fieles a ella?

En 1981, me redediqué seriamente al servicio de la Iglesia Católica Romana mientras asistía a un seminario de renovación parroquial que se llevó a cabo en Nueva Orleans. Sin embargo, cuando regresé a Trinidad para ocuparme de los verdaderos problemas de la vida, de nuevo volví a la autoridad de la Palabra de Dios. Finalmente, la tensión se volvió un tire y afloje dentro de mí. A veces consideraba que la Iglesia Católica Romana era la autoridad absoluta, y otras veces consideraba que la Biblia era la base fundamental. Durante esos años sufrí muchos problemas del estómago debido a las tensiones emocionales. Tendría que haberme dado cuenta de la simple verdad de que uno no puede servir a dos señores. En el cargo que ocupaba, debía colocar la autoridad absoluta de la Palabra de Dios bajo de la autoridad suprema de la Iglesia Católica Romana.

Esa contradicción fue simbolizada en lo que hice con las cuatro estatuas que estaban en la Iglesia de Sangre Grande. Saqué y quebré las imágenes de San Francisco y San Martín
porque el segundo mandamiento de la Ley de Dios declara, en Exodo 20:4, "No te harás
imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo, ni debajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra".. Pero cuando algunos feligreses se opusieron a mi decisión de quitar las imágenes del Sagrado Corazón y de la Virgen María, las dejé en su lugar por la autoridad superior, o sea, la autoridad de la Iglesia Católica Romana, que en su Ley Canónica 1188 dice: "La práctica de presentar las sagradas imágenes en las iglesias para la veneración de los fieles debe permanecer".. No me di cuenta, entonces, de que estaba tratando de hacer que la Palabra de Dios se sometiera a la palabra de los hombres.

MI PROPIA CULPA

Aunque anteriormente ya había descubierto que la palabra de Dios es absoluta, todavía
experimentaba la agonía de sostener que la Iglesia Católica Romana era recipiente de más
autoridad que la Palabra de Dios, hasta en los aspectos donde la Iglesia de Roma hablaba
en contra de lo que dice la Biblia. ¿Cómo podría ser esto? En primer lugar, era mi propia culpa. Si yo hubiera aceptado la autoridad de la Biblia como suprema, la Palabra de Dios me habría convencido de que renunciara a mi cargo sacerdotal como mediador; pero esto era demasiado preciado para mí.. Segundo, nadie jamás cuestionaba mis acciones como sacerdote. Visitantes de ultramar venían a misa, veían nuestros aceites sagrados, el agua bendita, las medallas, imágenes, vestimentas, rituales, pero nunca decían una palabra. Este estilo maravilloso, el simbolismo, la música, y el gusto artístico de la Iglesia Católica
es muy cautivante. El incienso no sólo tiene un fuerte aroma, sino que también infunde
misterio a la mente.

EL PUNTO DECISIVO

Cierto día, una señora me desafió con estas palabras: "Ustedes, los católicos romanos tienen apariencia de piedad, pero niegan su poder".. Esta fue la única cristiana que me enfrentó en todos mis 22 años de sacerdocio. Esas palabras me molestaron por algún tiempo porque las luces, los banderines, la música de la gente, las guitarras y los tambores me gustaban mucho. Probablemente ningún otro sacerdote en la isla de Trinidad tenía sotanas, vestimentas y adornos tan coloridos como los que tenía yo. Era evidente que yo no deseaba renunciar a esta "apariencia de piedad". Así pues, por esas razones no quería poner en vigor lo que me revelaban mis ojos.

En octubre de 1985, la gracia de Dios se sobrepuso a la mentira que yo estaba tratando de vivir. Me fui a la isla de Barbados para enfrentar en oración la duplicidad en que me había forzado a vivir. Me sentía realmente atrapado. La Palabra de Dios, en verdad, es absoluta. Sólo debo obedecerle a ella. No obstante, a ese mismísimo Dios le había jurado obediencia
a la autoridad suprema de la Iglesia Católica. En Barbados pude leer un libro donde se explicaba el significado bíblico de "Iglesia" como "la hermandad de creyentes". Tenía comentarios sobre el muy conocido texto que se encuentra en Mateo 16:18, donde el Señor Jesucristo declara "... yo edificaré mi iglesia..." En el propio lenguaje de Jesús, la palabra iglesia es edah, que significa "hermandad". Yo siempre había entendido que la palabra "iglesia" significaba "la autoridad suprema para enseñar sobre todo asunto de fe y moral". En el Nuevo Testamento no hay indicio alguno de una jerarquía, mucho menos de un "clero", que se enseñorea sobre el "laicado". Más bien, era como el Señor lo había declarado en persona "... porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" (Mateo 23:8). Ahora que veía y comprendía el significado de la palabra iglesia como "hermandad", esto me dio la libertad que necesitaba para desprenderme de la Iglesia Católica como la autoridad suprema y colocar mi dependencia en las Sagradas Escrituras y en Jesucristo como Señor. Al fin me di cuenta de que en términos bíblicos, los obispos de la Iglesia Católica que yo conocía no eran creyentes en la Biblia. La mayoría eran hombres piadosos dados a la devoción a la virgen María, al Rosario, y eran leales a Roma. Pero ninguno tenía idea de la obra completa de salvación que Cristo consumó en la cruz del Calvario; que la salvación es personal y completa. Todos predicaban penitencia para el pecado, sufrimiento humano, obras religiosas, "el camino del hombre" en lugar del evangelio de la gracia. Pero por la misericordia de Dios, vi que no es por la Iglesia Católica ni por ninguna clase de obras que uno se salva. La Escritura dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para
que nadie se gloríe" (Efesios 2:8, 9).

UN NUEVO NACIMIENTO A LA EDAD DE 48 AÑOS

Abandoné la Iglesia Católica Romana cuando me di cuenta de que no podía vivir la vida
cristiana mientras siguiera siendo fiel a la doctrina católica. Cuando me fui de Trinidad en noviembre de 1985, sólo llegué a Barbados. Mientras estaba en la casa de una pareja de
ancianos, pedí al Señor un traje y el dinero necesario para llegar a Canadá, puesto que sólo tenía ropa para clima tropical y muy poco dinero personal. Sin que nadie, excepto Dios, supiera de mi situación, el Señor satisfizo ambas necesidades.

Desde un país tropical con temperatura de 90 grados Fahrenheit, llegué a la nieve y el hielo del Canadá. Después de un mes en Vancouver, pasé a los Estados Unidos. Al fin podía confiar en que el Señor podía proveer para mis muchas necesidades, puesto que estaba comenzando una nueva vida a la edad de 48 años, prácticamente sin un centavo, sin tarjeta de residencia, sin licencia para manejar un automóvil, sin recomendación alguna, y teniendo sólo al Señor y su Palabra.

Pasé seis meses junto con una pareja de creyentes en el rancho que tenían en el estado de Washington. Les expliqué a mis anfitriones que me había separado de la Iglesia Católica, y que había aceptado a Jesucristo y la suficiencia de su Palabra, tal como está escrita en la Biblia. Al compartir esto, usé los vocablos "absolutamente", "finalmente", "definitivamente"
y "resueltamente". Pero lejos de estar impresionados por estas palabras, mis nuevos
amigos quisieron saber si todavía albergaba dentro de mí alguna amargura o dolor personal.
Me ministraron por medio de la oración y una gran compasión, puesto que ellos también
habían hecho la misma transición y sabían cuán fácilmente uno puede amargarse en tales
circunstancias. Cuatro días después de llegar al hogar de ellos, por la gracia de Dios,
empecé a notar en el arrepentimiento el fruto de la salvación. Esto significó, no sólo pedir perdón por los muchos años que pasé desacreditando su mensaje, sino, al mismo tiempo, el aceptar la sanidad donde me sentía profundamente herido. Finalmente, a la edad de 48 años, basado únicamente en la autoridad de la palabra de Dios, y por su sola gracia, acepté personalmente la muerte sustitucionaria de Cristo en la cruz. ¡A él solo sea la gloria!

Una vez que me recuperé física y espiritualmente mediante la relación con esta pareja cristiana y su familia, el Señor me proveyó una esposa, Lynn, quien era renacida en la fe, amable en su manera, y de mente inteligente. Juntos, nos trasladamos a Atlanta, en el estado de Georgia, donde ambos conseguimos empleo.

UN VERDADERO MISIONERO CON UN MENSAJE DE VERDAD

En el mes de setiembre de 1988, partimos de Atlanta con el fin de servir como misioneros
en el Asia. Esto resultó en un año extraordinariamente fructífero en el Señor donde experimentamos el gozo y la paz del Espíritu Santo en maneras que jamás podríamos haber imaginado posible. Hombres y mujeres llegaron a conocer la autoridad de la Biblia y el poder de la muerte y resurrección de Cristo. Me quedé asombrado de la facilidad con que la gracia de Dios se hace eficaz cuando Cristo es presentado únicamente por medio de la Biblia. Esto era un contraste evidente con las telarañas de la tradición de la Iglesia Católica que por 21 años habían nublado mi cargo de misionero en Trinidad; 21 años sin el verdadero mensaje.

Para explicar la vida abundante de la que Jesús habló, y de la que yo ahora disfruto, no puedo hallar mejores palabras que las de Romanos 8:1, 2: "Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte". No es sólo que me había librado del sistema de la Iglesia Católica Romana, sino que me había convertido en una nueva criatura en Cristo. Es por la gracia de Dios, y nada más que por su gracia, que he pasado de las obras muertas a una nueva vida.

UN TESTIMONIO AL EVANGELIO DE LA GRACIA

Años atrás, en 1972, algunos cristianos me habían enseñado acerca de la sanidad divina de nuestros cuerpos. Pero cuánto más provechoso hubiera sido que me hubieran explicado acerca de la autoridad con que mis pecados podían ser perdonados, y cómo mi naturaleza pecaminosa podía ser reconciliada con Dios. La Biblia indica claramente que Jesús fue nuestro sustituto en la cruz del Calvario. Nadie puede expresarlo mejor que Isaías 53:5, "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados". Esto significa que Jesús llevó sobre sí mismo lo que yo tenía que sufrir por mi pecado. Delante del Padre, deposité mi confianza en Jesús como mi sustituto.
El versículo citado fue escrito 750 años antes de la crucifixión de nuestro Señor. Poco después del sacrificio en la cruz, la Biblia declara, "quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia, y por cuya herida fuisteis sanados" (1 Pedro 2:24). (Señor Jesús, declaro que llevaste mis pecados en tu cuerpo. En esto, únicamente, confío).

Puesto que nosotros heredamos nuestra naturaleza pecaminosa de Adán, todos hemos
pecado y hemos sido destituidos de la gloria de Dios. ¿Cómo podríamos presentarnos
delante de un Dios santo—a menos que sea en Cristo—y aceptar que él murió en nuestro
lugar cuando nosotros deberíamos haber muerto? Dios es quien nos da fe para nacer de
nuevo, haciendo posible que aceptemos a Cristo como nuestro sustituto. Fue Cristo quien pagó el precio de nuestros pecados. El que no tenía pecado, no obstante fue crucificado. ¿Es la fe en este hecho suficiente para salvarnos? Efectivamente. La fe que produce el nuevo nacimiento es suficiente. Esa fe, nacida de Dios, dará como resultado las buenas obras, incluyendo el arrepentimiento: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas"(Efesios 2:10).

Al arrepentirnos, nosotros desechamos, por medio del poder de Dios, nuestro antiguo estilo de vida y los pecados anteriores. Esto no significa que nunca volveremos a pecar, pero sí significa que nuestra posición ante Dios ha cambiado. Somos llamados hijos de Dios, porque en verdad ahora lo somos. Si en la actualidad pecamos, esto crea un problema en nuestra relación con el Padre, y se puede solucionar. Pero no significa que hemos perdido nuestra relación como hijos de Dios en Cristo, puesto que esta posición es irrevocable. En Hebreos 10:10, la Biblia lo expresa en forma maravillosa, "...somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre". La obra de Cristo en la cruz es suficiente y completa. Cuando usted confía únicamente en este sacrificio consumado, una nueva vida, nacida del Espíritu, pasa a ser suya—usted nace de nuevo.

MI SITUACION ACTUAL

Hoy, en 1991, el Señor me ha preparado para el ministerio evangelístico, y me ha ubicado
en la zona del noroeste pacífico de los Estados Unidos. Lo que el apóstol Pablo le decía a sus conciudadanos judíos, yo lo digo a mis hermanos católicos: el deseo de mi corazón y mi oración a Dios es que los católicos también se salven. Puedo dar testimonio personal de que son celosos en cuanto a Dios, pero el celo no se basa en la Palabra de Dios sino en la tradición de la Iglesia. Si ustedes entendieran la devoción y la agonía que algunos de nuestros hermanos y hermanas en las Islas Filipinas y Sudamérica han puesto en su religión, entonces comprenderían el llanto de mi corazón. "Señor, danos compasión para entender el dolor y tormento que nuestros hermanos y hermanas experimentan en la búsqueda por complacerte. Cuando comprendamos el dolor dentro del corazón de los católicos, tendremos el deseo de mostrarles las Buenas Nuevas de la obra completa de Cristo en la cruz".

Mi testimonio muestra lo difícil que fue para mí como católico el abandonar la tradición de
la Iglesia; pero cuando el Señor demanda esto en su Palabra, tenemos que obedecerle. La
"apariencia piadosa" que distingue a la Iglesia Católica Romana ha hecho sobradamente difícil que el católico pueda ver dónde está el verdadero problema. Cada uno de nosotros debe determinar por cuál autoridad hemos de conocer la verdad. La Iglesia Católica Romana alega que sólo por su autoridad se puede conocer la verdad. En sus propias palabras, en la sección 1 del código 212, dice: "Los fieles, conscientes de su propia responsabilidad, están obligados a seguir, por obediencia cristiana, todo lo que los pastores sagrados, como representantes de Cristo, declaran como maestros de la fe o establecen como rectores de la iglesia" (Concilio Vaticano II, Código de Derecho Canónico promulgado por el Papa Juan
Pablo II, 1983). Sin embargo, según la Santa Biblia, sólo la Palabra de Dios es la autoridad por la cual la verdad puede llegar a conocerse. Fueron las tradiciones inventadas por los hombres las que hicieron que los reformadores exigieran "Sólo la Escritura, sólo mediante la fe, sólo mediante la gracia".

LA RAZON PORQUE COMPARTO MI TESTIMONIO

Yo sufrí durante 14 años porque nadie tuvo el valor de hablarme de la verdad. Comparto
estas verdades con usted ahora a fin de que pueda conocer el camino de la salvación que
Dios nos ha dado. Nuestra falla fundamental como católicos está en creer que de alguna
forma podemos responder de nuestra propia cuenta a la ayuda que Dios nos da para estar
bien en su presencia. Esta presuposición que muchos de nosotros hemos mantenido por
muchos años se define adecuadamente en el Catecismo de la Iglesia Católica (1994)
#2021: "Gracia es la ayuda que Dios nos da para responder a nuestra vocación de volvernos sus hijos adoptivos..."

Mi oración es que Dios Padre le otorgue la gracia para poder aceptar que Cristo murió en la cruz en su lugar, y que sepa que su sacrificio es suficiente para convertirlo en una nueva criatura en él. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (San Juan 3:16).

Con semejante actitud, sin saberlo estábamos respetando una enseñanza que la Biblia
continuamente condena. Esa definición de la gracia es una sutil invención del hombre,
porque la Biblia consecuentemente declara que la posición correcta del creyente con Dios es
"sin obras" (Romanos 4:6), "sin las obras de la ley" (Romanos 3:28), "no por obras" (Efesios 2:9), "pues es don de Dios" (Efesios 2:8). Tratar de hacer que la respuesta del creyente sea parte de su salvación y que considere que la gracia es "una ayuda", es negar categóricamente la verdad de la Biblia, que declara: "Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia..." (Romanos 11:6).

El simple mensaje de la Biblia es que "el don de la justicia" en Cristo Jesús es un regalo, y descansa en el sacrificio omnisuficiente que él consumó en la cruz, "Pues si por la
transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo,
Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia"(Romanos
5:17).

Por lo tanto, es como Jesucristo lo dijo en persona, él murió en lugar del creyente, "para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45). Así como cuando declaró, "...esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada…" Pedro proclamó lo mismo, "Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios..." (1 Pedro 3:18).

La predicación de Pablo se resume al final de 2 Corintios 5:21, "Al que no conoció pecado,
por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21).

Este hecho, estimado lector, se presenta claramente en la Biblia. Dios ahora ordena que lo aceptemos, "...arrepentíos, y creed en el evangelio" (Marcos 1:15)

El arrepentimiento más difícil para nosotros los católicos intransigentes es cambiar nuestra forma de pensar de "merecer", "ganar", "ser bueno lo suficiente" a simplemente aceptar con las manos vacías el don de justicia en Cristo Jesús. Negarse a aceptar lo que Dios manda es el mismo pecado en que incurrieron los judíos religiosos en los días de Pablo: "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a
la justicia de Dios" (Romanos 10:3).

Mi peregrinaje de fe me ha llevado a depender solamente en Jesucristo y su Palabra. Si él
sólo es su pastor, no necesitará nada más. Le perdonará sus pecados y lo convertirá en una
nueva criatura Pídale a Dios que le otorgue la gracia y la fe para aceptar su Palabra., Si usted le pide de todo corazón, él pondrá en usted la voluntad y el propósito de confiar en él. Lo acercará a él mediante su gracia, y hará que comprenda que ha nacido de nuevo, que tiene una nueva vida y un nuevo propósito, porque "lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que nacido del Espíritu, espíritu es" (San Juan 3:6). ¡Gloria al Señor!

Richard P. Bennett