Sunday, December 6, 2015

No actúes por envidia o rivalidad


La sabiduría de lo alto te encamina hacia la motivación y el entusiasmo, te quita el desgano, el desaliento y te levanta para que tengas fuerzas que expanden tu potencial. No hagas nada por rivalidad, actúa por propósito y por amor.

En Santiago 3:14-16 dice: “Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. Ésa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica. Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas”.
La sabiduría que desciende del cielo, nunca nos hace actuar por estos malos sentimientos. Para muchos, la rivalidad o la envidia es un motor motivador para competir solo por superar a otros. Cuando una motivación proviene de la envidia, no termina con buenos frutos, porque no en esa clase de acciones no hay sabiduría del cielo. La envidia revela una estima herida, ignorancia del plan de Dios, y un corazón egoísta. Cada vez que alguien actúa por rivalidad, está cerrando la puerta de su propia bendición. Nuestro actos deben estar basados en saber que todos tenemos una gran misión y por los sueños que Dios puso en nuestro corazón, pero nunca en intentar ser superiores a los demás, para sentirnos mejor. Enfócate en tus dones, en tus sueños y da lo mejor de ti, admirando a su vez, a aquellos que sean un buen ejemplo a seguir.

Oremos así:
“Dios Padre, hoy renuncio a toda clase de envidia y rivalidad. No actuaré para competir con otros, enséñame a expandir todo mi potencial y a ser una bendición para todos, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”

 


Tomado de Avanza por mas

Nunca pierdas la iniciativa de orar

Dios te defenderá, sus oídos están atentos a las oraciones de sus hijos. El hará justicia en tus asuntos, no tardará en responder. No dejes de orar, aunque parezca que no sientes al Señor, Él está, Él te escucha.

En Lucas 18:1-8 se encuentra la parábola de la viuda y el juez injusto. En ella Jesús pone el ejemplo de una indefensa viuda, que exigía a un Juez que le hiciera justicia, pero este juez no tenía respeto por Dios ni por los hombres. Sin embargo, la viuda insistió en su exigencia sin desanimarse, y el juez, por cansancio, le hizo justicia. Luego Jesús nos enseña que si un juez injusto podía responder favorablemente, solo para que no lo molestaran más, ¿cuanto más Dios, no responderá las oraciones de sus propios hijos?. Muchas veces, tenemos la sensación de que orar no da resultado, no nos fluye ninguna fe, no sentimos la unción, ni motivación. Pero nosotros debemos hacerlo por fe, sabiendo que Dios es verdadero y escucha a todos sus hijos. Las oraciones no deben hacerse sólo porque tenemos un fuerte sentimiento. Debemos tomar la decisión de comenzar a orar y proclamar la palabra de Dios siempre. Esto desatará poco a poco un fluir que soltará nuestro espíritu, hasta poder percibir el poder de Dios y recibir la respuesta. Lo sientas o no, nunca pierdas la iniciativa de orar.

Hagamos juntos esta oración:
“Querido Dios, enséñame a orar hasta fluir en tu presencia, renueva mis pensamientos. Desata un nuevo poder para orar con fe cada día, lo pido y declaro en el nombre de Jesús. Amén


Tomado: Avanza por mas