Tuesday, March 3, 2015

Creado por Allie Gonzalez, Rosy Guerra

Nadie dijo que ser un buen padre era fácil. Sea cual sea la edad de tu hijo o el número de hijos que tengas, tendrás que saber que la labor de un padre nunca llega a su fin. Para ser un buen padre de familia, tendrás que estar presente, imponer una buena disciplina, ser un ejemplo a seguir, comprender las necesidades de tus hijos sin perder autoridad. Si quieres ser un buen padre de familia, sigue los siguientes pasos.

Parte 1 de 4: Estar presente

  1. Hazte tiempo para tus niños. A tus hijos no les importa si te acaban de dar un gran ascenso en tu trabajo o si eres dueño de la casa más costosa de la cuadra. Lo que les importa es si vendrás o no a casa a cenar, si los llevarás al partido de fútbol el domingo y si estarás con ellos la noche de películas esa semana. Si quieres ser un buen padre de familia, tendrás que reservar tiempo para tus hijos todos los días o cada vez por semana como mínimo, por más ocupado que estés.


    • Incluye esas horas en tu horario. Quizá las mejores noches para tus niños sean los martes, jueves y los domingos. Tómate el tiempo para dedicarte mucho más durante esos días y no permitas que otros compromisos se inmiscuyan.
    • Si tienes más de un niño, deberás darte el tiempo para ver a cada uno, así podrás desarrollar relaciones únicas individualmente.
    • Si estás tan cansado que te es imposible levantarte para jugar fútbol con tu hijo, hagan otra cosa como mirar un partido de fútbol o una película que tenga ese tema. Lo importante será que estés presente de alguna manera.



  2. 2  Tendrás que estar presente en los grandes momentos. Si bien planificar tus “horas de papá” cada semana será excelente para fortalecer tu relación, también deberás procurar estar presente en los grandes momentos en la vida de tus hijos. Organiza tu horario de trabajo para que puedas estar presente en el primer día de escuela de tu hijo, el primer recital de ballet de tu hija y la graduación de la secundaria de tu hijo o hija.
    • Tus hijos recordarán estos momentos por el resto de sus vidas y tenerte ahí significará mucho para ellos.
    • Bien podrías estar ocupadísimo durante uno de los grandes momentos de tus niños, pero si te lo pierdes, te arrepentirás después.


  3. Enséñales las lecciones importantes. A su vez, deberás estar presente para enseñarles a tus hijos las tareas más básicas de la vida. Podrás ayudarlos a usar el baño, enseñarles a cepillarse los dientes correctamente, a manejar bicicleta y enseñarles a conducir cuando sea apropiado. A tus hijos varones podrás enseñarles a afeitarse y mantener una buena higiene. Tus niños necesitarán aprender esas grandes lecciones de la vida además de las tareas menores del día a día.[1]

    • Divídanse estas lecciones con tu esposa. Ambos deberán enseñarles las cosas importantes que tendrán que saber para cuando crezcan.
    • Ayúdales a tus hijos a aprender de sus errores. Si se comportaron mal, deberás ayudarlos a hacerles entender por qué y hablar con ellos para que no repitan ese comportamiento en el futuro en lugar de simplemente castigarlos y seguir adelante.

  1. 4  Desarrolla una comunicación sólida. Estar presente para los grandes momentos en la vida de tus hijos será importantísimo, pero también lo será comunicarse con ellos cuando estés presente. No siempre tendrás que hacer algo emocionante con ellos para que les guste estar contigo, solo tendrás que centrarte en poder comunicarte con ellos, comprender sus preocupaciones y luchas.
    • Asegúrate de conversar con ellos todos los días para que conozcas sus preocupaciones, lo que tienen que hacer en la semana y lo que piensan.
    • No le preguntes de manera superficial “¿Cómo te fue hoy?” sin querer verdaderamente conocer la respuesta.
    • Si tus hijos son adolescentes o universitarios ocupados, quizá no quieran hablar de los pormenores de su vida diaria contigo. Solo asegúrate de preguntarles las veces suficientes para que sepan que tienes interés sin que se sientan asfixiados.


  2. 5  Planifica viajes con tus niños. Para ser un buen padre de familia, deberás darte el tiempo para viajar con tus niños con o sin su madre. Si son hombres, podrás llevarlos a un viaje para pescar cada año; si tienes una hija, podrán ir a la playa; si son varios, podrás llevarlos de campamento y nunca lo olvidarán. Sea lo que sea que hagas, procura que sea especial, memorable y algo que puedan repetir al menos una vez al año para que desarrolles una rutina divertida centrada en ti.
    • Si la madre está presente en los viajes, tómate el tiempo de relacionarte solo con los niños cuando puedas.
    • Planificar estos viajes con unos cuantos meses de anticipación será algo divertido y diferente para ellos que estarán esperando con ansias.


  3. 6  Date tiempo para ti mismo. Si bien es importante estar ahí para tus niños, también deberás tener tiempo “para ti mismo” cuando puedas, ya sea pasando la tarde del domingo haciendo algo solo, tomándote media hora para correr todas las mañanas o despejándote con un buen libro todas las noches antes de irte a dormir. Deberás anteponer los intereses de tus hijos a los tuyos la mayor parte del tiempo, pero tampoco deberás descuidarte de ti mismo.
    • Si no te das tiempo para ti mismo, no podrás relajarte, recargar tus baterías ni darles a tus hijos el tiempo ni la atención que merecen.
    • Podrás tener una habitación o sillón especial en la casa en donde tus hijos sepan que no podrán interrumpirte. Haz que se acostumbren a tu tiempo personal y explícales que harás algo solo durante un tiempo, a menos que realmente te necesiten.

Parte 2 de 4: Imponer una disciplina justa

  1. Premia a tus hijos adecuadamente. Imponer disciplina no se trata únicamente de castigar a los hijos cuando cometan un error. También implica premiarlos cuando hagan algo bueno para animarlos a querer repetir ese comportamiento. Ya sea que uno haya obtenido la calificación más alta seguida, haya ayudado a un hermano menor con una tarea difícil o haya tenido la madurez suficiente para retirarse de una pelea, deberás hacerle saber lo orgulloso que estás de él, llevarlo a su restaurante favorito o hacer lo que esté en tus manos para que sepa lo mucho que valoras su buen comportamiento.
    • Si tus hijos son menores, premiarlos con afecto podría ayudarlos mucho a ver lo orgulloso que estás de ellos.
    • Si bien darles de vez en cuando un premio o un juguete nuevo cuando se hayan portado bien reforzará su buen comportamiento, los juguetes o premios no deberán ser tu único incentivo para que se porten bien. Deberán estar motivados porque tus enseñanzas de diferenciar lo bueno de lo malo.
    • No premies a tus hijos por un deber como cuando hacen los quehaceres del hogar o limpian lo que ensucian. Si lo haces, pensarán que te están haciendo un favor.


  2. 2  Castiga a tus hijos adecuadamente. Para imponer una disciplina justa, tendrás que castigarlos cuando hayan cometido un error. No significa que tengas que ser cruel física o psicológicamente, solo implica hacerles saber cuándo han cometido un error y demostrarles que sus acciones acarrean consecuencias. Cuando tu hijo tenga la edad suficiente para razonar, se supone que sabrá cuándo ha cometido un error.[2]
    • Asegúrate de que tú y tu esposa se pongan de acuerdo sobre el castigo de tus hijos. Las consecuencias tendrán que ser las mismas, ya sea que tú o ella haya presenciado la acción. De esta manera, evitarás pasar de “policía bueno a policía malo”.


  3. Sé constante. Ser constante es igual de importante que tener un sistema de castigos y premios. Si tu niño se porta mal, las consecuencias tendrán que parecidas todo el tiempo, aunque no sea p´ractico, estés cansado o en público. Y si tu niño hace algo muy bueno, no olvides hacerlo sentir especial, por más cansado o estresado que estés.
    • Si no eres constante, tus hijos creerán que tus reacciones están influenciadas por tu estado de humor.

  4. 4  No grites. Aunque el comportamiento de tu hijo te enfurezca, gritar no es la solución. Si tienes que hacerlo, procura que sea cuando estés a solas, en la ducha o en una almohada. Pero no les grites a ellos, por más te irresistible que sea tu impulso. Podrás subir un poco tu tono de voz para hacerles ver que han cometido un error, pero si gritas, te tendrán miedo y no querrán comunicarse contigo.
    • Aunque sea duro, no deberás permitir que tus hijos te vean perder el control.


  5. No seas violento. Por más enfadado que estés, no deberás golpear, herir o agarrar a tus hijos. De lo contrario, los herirás física y emocionalmente, lo cual solo ocasionará que te eviten a toda costa. Si tus hijos piensan que podrías ser violento, se cerrarán y no querrán estar contigo. Si quieres ganarte su respeto, deberás evitar ser violento con ellos o con su madre.[3]

  1. Haz que te teman y te amen. Será importante que tus hijos sepan que impones una disciplina estricta y que no podrán detenerte, pero también será igualmente importante que quieran tu amor, afecto y pasen momentos maravillosos de conexión. Para ser un buen padre de familia, tendrás que estar entre el límite de imponer lecciones difíciles y hacer que se sientan amados y valorados.
    • Si te preocupa sobremanera que te teman, entonces tus hijos podrían no tener la comodidad suficiente para abrirse contigo.
    • Si te preocupa sobremanera que te amen, entonces tus hijos podrían verte como un padre sin autoridad que nunca impondrá la ley.

    • Parte 3 de 4: Ser un buen modelo a seguir

  1. 1  Da el ejemplo. Si quieres dar el ejemplo, tu lema tendrá que ser “Hagan lo que digo y lo que hago” para que tus hijos vean que no eres hipócrita cuando les enseñes qué es bueno y malo. Si quieres que tus hijos se comporten según tus expectativas, entonces deberán ver un comportamiento positivo de tu parte primero. Para dar el ejemplo, podrás hacer lo siguiente:
    • Si no quieres que tus hijos fumen ni beban en exceso, por ejemplo, no deberás hacerlo frente a ellos o dejar de hacerlo por completo.
    • Si quieres que tus hijos traten a los demás con cortesía y respeto, tendrán que verte tratando a los demás (al camarero del restaurante local o al vendedor telefónico) con un mínimo de respeto.
    • Si quieres que tus hijos no caigan en peleas, no caigas en una con su madre frente a ellos.


  2. 2  Trata a la madre de los niños con respeto. Si quieres ser un buen modelo a seguir, entonces tendrás que tratar a su madre con respeto. Si estás casado con ella, entonces deberás dejar que vean lo mucho que la amas, ayudarla y disfruta de su compañía. Si eres malo con tu propia esposa, entonces verán que ser malo con la mamá o los demás no tiene nada de malo porque tú, el papá, lo haces.[4]
    • Tratar a la madre de los niños con respeto implica en parte compartir los cuidados de los hijos y compartir los quehaceres de hogar con ella.
    • Deja que tus hijos vean que la halagas, le das el amor y el afecto que merece.
    • No solo deberás tratar a la madre de los niños con respeto, sino también con amor, además deberás esforzarte por mantener una relación amorosa, divertida y enriquecedora. Si su madre está feliz, todos lo estarán.
    • Si están divorciados, entonces nunca deberás decirles nada negativo sobre ella, aunque no estén en los mejores términos. Si dejas que vean que la relación que tienes con su mamá no es la más ideal, quedarán estresados y confundidos.

  3. 3  Admite tus errores.Para ser un buen modelo a seguir, no tendrás que ser necesariamente perfecto. De hecho, será mejor si no lo eres, sino tus hijos verán que nadie es perfecto y que todos cometemos errores. Si has cometido uno como olvidar recogerlo de la escuela puntualmente o perder los papeles, deberás disculparte y reconocer tu error.
    • Si puedes tragarte tu orgullo frente a tus hijos, entonces verán que no tiene nada de malo admitir su error.
    • Admitir el error de uno crea más carácter que “hacer lo correcto”, siempre.

  4. 4  Colabora con los quehaceres del hogar. Si quieres que tus hijos colaboren con los quehaceres, deberás ayudar también, por más absorbente que sea tu trabajo. Déjalos que te vean lavando los platos, limpiando las superficies, aspirando la alfombra y también querrán colaborar. Si creen que limpiar es solo el “trabajo de mamá”, entonces será menos probable que ayuden cuando sea la hora.
    • Colaborar con los quehaceres del hogar no solo alegrará a tu esposa, también hará que tus hijos vean que tú y tu esposa trabajan en equipo y que tienen que unirse a él.

  1. 5  Gánate el respeto de tus hijos. El respeto se gana, no te lo deben, por eso deberás hacer lo que puedas para que tus hijos te respeten como padre. Si casi nunca estás con ellos, le gritas a su madre o solo estás ocasionalmente con ánimo de disciplinarlos, entonces no te respetarán solo por el hecho de que eres su padre. Deberás actuar de modo que seas admirable, honesto y constante para que vean que eres un padre modelo y una persona digna de su admiración.
    • Tus niños no deberán idolatrarte y pensar que eres perfecto, sino que deberán ver que eres solamente un ser humano y quieres hacer lo mejor.



  2. Inunda a tus hijos con amor y afecto. Aunque creas que ser un buen modelo a seguir implica ser un poco distante y hacer siempre lo correcto, en realidad implica estar compenetrado con ellos a tal punto de besarlos, abrazarlos y hacerles saber cuán importantes son para ti. No dejes que pase un día sin decirles “Te quiero”, sin darles afecto físico y hacerles saber lo importantes que son para ti.[5]
    • Tus hijos ansían que los ames y les des afecto, sea cual sea su edad.
    • Felicítalos y hazles saber que tu vida no sería igual sin ellos.

Parte 4 de 4: Ser comprensivo

  1. 1  Reconoce que tus hijos no son tú. Si bien hubieras querido que continúen con el negocio familiar, vayan a tu misma alma mater o ser una estrella de fútbol en la escuela así como tú, tendrás que aceptar el hecho de que son personas individuales con necesidades y deseos propios, los cuales podrían no seguir tu misma línea. Podrías pensar que tu camino es el único camino hacia la felicidad, pero para ser un buen padre de familia, tendrás que aceptar que tus hijos podrían tener una idea diferente para llevar el rumbo de su vida.
    • Aunque pienses que diciéndoles qué hacer o cómo vivir sus vidas será lo mejor, en realidad estarás hiriendo su independencia al tratar de controlarlos.
    • Lleva tiempo aceptar los deseos de tus hijos. Si no comprendes de inmediato por qué tu hijo quiere ser artista mientras que tú eres médico, pídele que te lo explique y tómate el tiempo para escucharlo y comprenderlo.
    • Si tratas de controlarlos demasiado, se resentirán y se cerrarán contigo.
    • Deja que hagan sus propias decisiones dándoles independencia y dejando que tengan una mente abierta. Quizá quieras que jueguen fútbol, pero primero inscríbelo en una gran variedad de actividades y deja que escoja la que más le gusta.



  2. Ten consciencia de que los tiempos están cambiando. Para ser un buen padre de familia, tendrás que comprender que tus niños no están creciendo en el mismo ambiente en el que fuiste criado, aunque los estén criando en la misma época. Con la globalización, la influencia de los medios sociales y las políticas cambiantes de la sociedad contemporánea, es probable que tus hijos estén menos protegidos que tú y tengan más consciencia de los problemas y los cambios de la sociedad de hoy en día.[6]
    • Por tal motivo, ten presente que, por ejemplo, las perforaciones corporales, el sexo prematrimonial y los viajes al extranjero son más comunes hoy que en tu época. Reconoce que tus hijos son un producto de la época y que quizá quieran explorar el mundo más tú cuando eras joven.
    • Quizá creas saber exactamente cómo debiera funcionar el mundo, pero deberás dejar que tus hijos se expresen y compartan sus perspectivas contigo.

  3. Acepta los errores de tus hijos. Si quieres ser un padre comprensivo, tendrás que aceptar que, al igual que tú, tus hijos no son perfectos y que están propensos a cometer errores. La vida está llena de errores que ayudarán a que tus hijos aprendan, por eso deberás aceptar que muchas lecciones son necesarias, ya sea que tu hijo sufra un leve accidente de tránsito, desaprueba un examen por no estudiar o salga con la mujer equivocada cuando debería darse cuenta.
    • Si no dejas que se equivoquen de vez en cuando, no aprenderán nada. Si bien quieres protegerlos, dejarlos cometer sus propios errores los ayudará a tomar decisiones más informadas.
    • Aun así deberás disciplinarlos cuando cometan un error, pero también podrían hablar sobre él y hacérselos ver en lugar de gritarles solamente.


  4. 4  Compréndelos si tienen luchas. Si quieres ser un buen padre de familia, tendrás que saber si tus hijos están pasando por un tiempo difícil y ser atento con sus necesidades. Quizá tu pequeño esté luchando porque se han mudado a una ciudad nueva y todavía no tiene amigos o quizá tu hija esté pasando por su primer ruptura amorosa y esté afectada emocionalmente.
    • Aunque no puedas perdonar por completo el comportamiento distante o emocional de tus hijos, deberás que saber qué pasa por sus mentes para que seas más comprensivo y hables con ellos cuando tengan periodos difíciles.
    • Con solo decir “Sé que estás pasando por momentos difíciles. ¿Quieres hablar al respecto?” estarás ayudando a tus hijos a ver lo mucho que te interesan.
    • Trata de ponerte en sus zapatos. Si estás frustrado, comprender su situación te ayudará a comprender su comportamiento.

  1. No les impongas expectativas inalcanzables. La vida de los niños podría estar llena de presiones, presiones por parte de sus hermanos, sus compañeros de clase, sus profesores y entrenadores. Ayúdalos a entender sus deseos y evalúa sus capacidades y limitaciones. Ayúdalos a trazarse metas alcanzables. Anímalos a alcanzar el máximo de su potencial pero evita vivir esperando indirectamente que logren lo que tú hayas logrado o esperes que alcancen.


  2. Ten muy presente que la labor de un padre nunca termina. No asumas que cuando tus hijos alcancen la mayoría de edad o cuando se gradúen tu labor habrá llegado a su fin. Si bien será importante fomentar su independencia económica y emocional, también será importante que les hagas saber que son importantes para ti, que siempre los apoyarás y valorarás.

Tomado de / http://es.wikihow.com/

¿Estás listo(a)?

¿Te has dado la oportunidad para saber si tú cumples
los requisitos para ser un buen esposo o esposa?


Con frecuencia las personas piensan cómo les gustaría que fuera su pareja; los requisitos que debe tener un verdadero esposo o esposa. Pero, ¿te has dado la oportunidad de saber si tú cumples con esos requisitos? ¿Sientes que has yasolucionado tus conflictos emotivos y que tu corazón está entonces listo, no para buscar quién te los resuelva, sino para compartir lo que eres? ¿Te amaslo suficiente como para entregarte y amar sin expectativas egoístas nicomplejos? ¿Qué tipo de pareja crees que serías?
Todas estas preguntas posiblemente te lleven a buscar ayuda profesional. Por nuestra parte queremos ayudarte en tu proceso de discernimiento y autodescubrimiento de tus aptitudes para formar pareja y de los sentimientos y el tipo de relación que has construido hasta este momento para saber si tú y tu pareja ya están listos. Por eso te invitamos a considerar los siguientes puntos:

  • Tomado  de: portumatrimonio

Herramientas para la solución de conflictos

Muchas diferencias en la pareja provienen del hecho que cada uno trae consigo su propia experiencia de vida y cultura.

Por Dr. Alicia Pérez-Nuño


Aunque el matrimonio está fundado en el amor es natural que las parejas encuentren diferencias y dificultades que deben aprender a reconocer y resolver, para evitar el conflicto. Un conflicto no es un desacuerdo. Los desacuerdos son normales. Pero cuando los desacuerdos no son respetados o causan problemas en la pareja, se convierten en conflictos.

Muchas diferencias en la pareja provienen del hecho que cada uno trae consigo su propia experiencia de vida y cultura. Es decir, con frecuencia  cada cónyuge tiene una forma de hacer las cosas y de ver el mundo muy distintas, según lo aprendieron en sus respectivas familias o en el ambiente donde crecieron.

En la familia cada individuo aprende cómo resolver dificultades y conflictos de acuerdo a como lo hicieron sus padres y quienes los rodeaban, así como la forma de expresar la rabia o frustración. En algunas familias, por ejemplo, no se permite que los hijos expresen su enojo o rabia. Por eso estas personas crecen no sabiendo qué hacer con estos sentimientos. Cuando se casan, al primer signo de conflicto, ellos pueden pensar que hay algo muy malo en su relación; que se equivocaron de pareja e incluso deseen el divorcio.

La cultura también nos enseña cómo actuar frente a los conflictos. Por ejemplo, en muchas de las culturas latinoamericanas mientras al hombre se le permite no sólo expresar su enojo sino incluso ser agresivo, a la mujer por el contrario se le ha enseñado a quedarse callada para evitar los conflictos, no expresando lo que siente o necesita. Este tipo de actitudes aprendidas de la cultura y en la familia son precisamente las que hacen difícil que haya un diálogo franco entre los dos cónyuges, que les permita crecer juntos y resolver sus conflictos de una manera saludable.

La experiencia de vida también cuenta a la hora de formarnos una visión del mundo; Lo que puede causar miedo o ser difícil para alguien, no lo es para otro, según haya aprendido a vivir con eso o no. Por ejemplo, alguien que creció con personas enfermas sabe cómo sobrellevar esta situación mejor que quien nunca tuvo a alguien con limitaciones de salud o físicas en su casa. Nuestras reacciones tienen mucho que ver con el mensaje que tengamos asociado con ese fenómeno. Y por supuesto, los dos miembros de la pareja no siempre tienen las mismas experiencias.

Es claro entonces que el pasado de una persona (lo que aprendió de su familia, de su cultura o de su experiencia de vida) es muy importante para entender sus reacciones y sus formas de ver la vida. Por eso novios y esposos deben interesarse en conocer el pasado, las raíces, la historia personal y los recuerdos de su pareja, para tratar de entender también qué huella han dejado estos en su vida y ser así más comprensivos y menos conflictivos.

Conocer que no todos aprendimos lo mismo ni de la misma manera debe igualmente ayudarnos a relativizar nuestra manera de hacer las cosas, si al final se llega al mismo resultado. Así por ejemplo,  “aunque haga el arroz con una receta diferente a la de mi mamá, lo importante es que sabe igual de sabroso“.

Todos podemos tener una manera de pensar diferente, sin que esto, necesariamente cause un conflicto. Nuestras actitudes ante las diferencias son las que determinan si estas se van a convertir en un conflicto o no.

Nuestras actitudes ante las diferencias son las que determinan si estas se van a convertir en un conflicto o no.

He aquí algunas actitudes que los expertos señalan como de gran ayuda para favorecer el diálogo y la solución de conflictos:
  • Con frecuencia pensamos que lo que nos gusta a nosotros o nos alegra va a halagar a nuestra pareja. Sin embargo con el tiempo y observación, nos damos cuenta que esto no es tal. La  comunicación entre parejas debería mejorar con el tiempo. Las parejas entre más se conocen puede estar más atentas a las necesidades del otro.
  • Mejore su habilidad y disposición para escuchar. No se puede entrar en comunicación con una persona que no desee escuchar. Y para escuchar, se necesita poner toda la atención a la persona que le habla.
  • Aprenda a expresar sus puntos de vista, deseos o necesidades. Nadie sabe mejor lo que una persona piensa o necesita que ella misma. Por lo tanto esperar que la otra persona le adivine el pensamiento es irreal.
  • Tenga una mente abierta donde puedan caber otras opciones y formas de ver una realidad. Nadie posee toda la verdad. Elpunto de vista de otro puede además enriquecerle.
  • Diga las cosas sin ofender, procurando dar a la otra persona el beneficio de la duda. Esto quiere decir, que al expresar un desacuerdo o enojo sea capaz de usar un lenguaje que exprese el interés por saber  o comprender el porqué de las actitudes o comportamientos de la otra persona, sin culparlo o descalificarlo. Por ejemplo, diga: “¿Lo que quieres decirme es que te molesta mi desorden?". Esta es quizás una de las mejores herramientas para la comunicación.
  • Procure hablar de un asunto a la vez, no se salgan del tema. No caiga en la trampa de responder a insinuaciones o conductas destructivas que desvíen la comunicación y hagan que el conflicto se agrande.
  • Procure asumir la responsabilidad por aquello en lo que usted considere que ha contribuido al problema. Puede decir, por ejemplo, “yo reconozco, o, lamento que yo...”. Cuando se intenta resolver un conflicto con frecuencia se busca la reconciliación. Pero si no tomamos responsabilidad por nuestros actos o pedimos disculpas, el encontrar una solución al conflicto será más fácil.
Aunque todas estas habilidades le serán de mucha utilidad se debe reconocer que quizás, lo más importante para la buena comunicación es el cómo se ve usted mismo(a), es decir, su auto estima. Esto significa valorarse y al mismo tiempo saber reconocer sus errores. Finalmente, no olvide tratar de ponerse en el lugar del otro, es decir, esté dispuesto a reconocer que en muchas ocasiones si usted estuviera en las mismas circunstancias posiblemente actuaría igual o quizá hasta peor.

Si desea aprender técnicas de resolución de conflictos se recomiendan los siguientes talleres que se dan en varios lugares del país: “Comunicación Activa” del Active Relationship Center y “Habilidades para Familias Saludables” del Family Wellness Association.

9 reglas para arreglar tus problemas de pareja, 
según el sentido común



Aunque en ocasiones no lo parezca, somos seres racionales. Y si en ocasiones no lo parece es porque cuando la ira nos invade, la mente se nos nubla y quizá lo que sale por nuestra boca no sea lo más adecuado para solucionar nuestros problemas de pareja. Quizá nos desahoguemos por un breve período de tiempo, pero a la larga, terminaremos ocasionando graves estragos en nuestra convivencia. Y no es que no sepamos cómo tratar a nuestra pareja, sino que en esos momentos críticos perdemos lo que precisamente debería ser más importante, el sentido común.
Ya se sabe lo que dice el simpático proverbio de nuevo cuño: “no discutas con un tonto, porque primero te hará bajar a su nivel y después te golpeará con su experiencia”. Algo semejante puede aplicarse al mundo de las relaciones de pareja, en el que debemos evitar ser arrastrados a la espiral en la que parece haber caído la otra persona. Más que contraatacar de manera cada vez más fuerte, quizá sea más inteligente rescatar a nuestra pareja de su propia estupidez y ayudarle a mantener la cabeza fría. O, si tal cosa no es posible, tener en mente los siguientes consejos la próxima vez que el asunto esté a punto de írsenos de las manos.
  • Recuerda la navaja de Ockham
El fraile franciscano inglés Guillermo de Ockham alumbró lo que sería conocido posteriormente como el principio de parsimonia, que viene a decir que en igualdad de condiciones, la teoría más simple tiene más posibilidades de ser correcta que la compleja. Lo cual viene a cuento cuando comenzamos a construir castillos en el aire y a atribuir causas insospechadas al comportamiento de nuestra pareja. Probablemente la explicación más sencilla sea la verdadera, y si se le ha olvidado llamarte es porque realmente se le ha olvidado, no porque estuviese citada con su amante en un hotel a las afueras de la ciudad.
  • ¿Por qué estás enfadado?
Intenta responder a dicha pregunta y descarta la primera respuesta: en muchos casos seguramente lo que tanto te haya enfurecido no sea el objeto de la discusión que se está manteniendo, sino otra razón más profunda o quizá un problema muy concreto que aún no se ha resuelto. En otros casos, ni siquiera tu pareja tendrá la culpa de tu enfado, sino que este puede haberse ocasionado en otro ámbito (trabajo, familia) y es ella quien está pagando los platos.
  • Para y deja que la otra persona se explique
No se trata únicamente de contar hasta diez entre exabrupto y exabrupto, sino también en dejar que la otra persona se explique y presente su versión de los hechos ante tus acusaciones. Quizá ello evite un aumento de la tensión hasta un punto de no retorno y solucione el problema sin necesidad de elevar el tono o sacar a colación otros temas. Nuestra mente funciona más rápido que nuestra lengua, y a veces una simple conversación sin alzar la voz sirve para convertir las sombras en luz.
  • Revisa tus argumentos
Muchas personas comienzan a discutir con una idea clara en su cabeza sobre lo que han de decir, especialmente si son ellas las que comienzan la confrontación. Ya que tan sabida tenemos la lección, quizá convenga revisar nuestra argumentación antes de pronunciarla en voz alta y, de esa manera, comprobar si lo que sugerimos es cierto o si se trata de una mera estratagema para hacer sentir mal a nuestra pareja. Si es así, quizá sea preferible tragarnos nuestras palabras.
  • Hazlo en el momento indicado
Para discutir apropiadamente sobre algo que nos molesta, también hay que saber cuándo hacerlo. El peor momento es, desde luego, cuando le tensión está a punto de explotar o en mitad de un cruce de acusaciones interminable, cuando las emociones nos hacen airear esos molestos trapos sucios que toda pareja tiene. Pero quizá tampoco sea muy apropiado aprovechar el buen rollo romántico para sacar a relucir aquel pequeño problemilla que ocurrió hace un mes y que hasta entonces no nos habíamos atrevido a comentar…
  • No pidas lo que no puedes dar
La estabilidad de una relación de pareja debe forjarse en el equilibrio más o menos simétrico entre ambos miembros: antes de acusar a la otra persona quizá convenga que nos paremos a pensar si estamos en disposición de exigir algo así a la otra persona o si es preferible, por el bien de ambos, pasar por alto pequeños detalles que en nuestro caso también han sido pasados por alto.
  • Una discusión no se puede ganar, sólo perder
¿Cuál es el fin de toda discusión de pareja? ¿Intercambiar exabruptos hasta que uno de los dos se dé por vencido y, convencido, pida perdón a su pareja y acepte que esta tiene toda la razón y nada más que la razón? ¿O simplemente hacerle comprender que uno de sus comportamientos nos ha molestado y que en lo consecutivo es preferible que se lo piense dos veces antes de volver a hacer algo semejante? Recordemos que muchas personas han ganado discusiones, pero a cambio, han perdido a sus parejas.
  • Los sentimientos no se discuten
El sistema judicial puede ser falible en ocasiones, pero la historia de las leyes ha proporcionado al ser humano una serie de herramientas racionales y útiles para solucionar sus conflictos. Por eso, quizá no sea tan mala idea tomar algunos de sus consejos y aplicarlos a nuestra vida en pareja, como es centrarnos en los hechos y no en las especulaciones. Es vital recordar que podemos tener algún desencuentro sobre los planes futuros o pasados, pero juzgar o anticipar sus sentimientos no nos hará más que realizar presunciones equivocadas.
  • Ponte en la piel del otro
Apelar a la empatía con la otra persona es uno de los consejos más habituales cada vez que surge una discusión, pero raramente se lleva a la práctica de manera estricta. Ello quiere decir que no estaría mal pensar cómo nos sentiríamos nosotros mismos si nuestra pareja nos espetase aquello que acabamos de reprocharle, si realmente somos justos al realizar tales acusaciones y si viene a cuento. Porque probablemente, la respuesta será negativa. 


Tomado de / el confidencial