El Camino por Recorrer
INTRODUCCION:
“El camino recorrido” ha quedado en el pasado. Para los efectos
nuestros, el año 2014 ya no existe. No habrá otro tiempo como el que
pasó. Ahora hemos comenzado otro período. El año 2015 se ha abierto con
su agenda para que comencemos a escribir en él lo pensamos hacer. Ojalá
que al plasmar nuestras metas podamos decir como el sabio: “Enséñanos a
contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”. Que no
comencemos este año sin tomar la decisión de Moisés, quien antes de seguir a la tierra prometida, dijo: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de este lugar”.
Así, pues, nos aventuramos a vivir un nuevo año. Para nosotros, esto será “el camino por recorrer”.
El presente capítulo de Deuteronomio nos impide vivir una entrega
condicional y parcial a Dios. Su gran desafío es una absoluta dependencia
en Dios. Este capítulo es como si estuviéramos en presencia de Romanos
12:1-2. La intención de esta palabra es mostrarnos los peligros de la
religiosidad contemporánea, que pretende decirnos que lo importante es
separar un pequeño rincón para Dios una vez a la semana, mientras que el
resto de mi tiempo y vida lo comparto con el mundo. El asunto es que
todo mi ser le pertenece a Dios las veinticuatro horas del día.
Con esto en mente quisiéramos adentrarnos en el año 2015. Que la
exigencia de su palabra sea lo que determine mis acciones: “Y todo
vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible hasta
la venida del Señor”. La generación que quedó de Israel está a punto de
entrar a la tierra prometida. Las demandas del Señor no podían ser menos
que estas. De parte de Dios todo está preparado. Ahora nos toca nuestra
parte. En el camino por recorrer hay una pedido por el lugar que
ocupará la palabra, hay una seguridad de la gracia que nos espera, pero
sobre todo, hay una confianza en vivir la autentica prosperidad que
viene de Dios. Hagamos, pues, este recorrido juntos.
I. EL CAMINO POR RECORRER DEMANDA LA GUÍA DIVINA DE LA PALABRA DE DIOS
1. Hay que guardar la palabra v. 6.
Una cosa es leer la palabra y otra muy distinta es guardarla. Usted podrá leer la Biblia
todos los años, pero si no la guarda, ella no cambiará nada en su vida.
El salmista (y si fue David con mayor razón), nos ha dejado una
poderosa razón por la que debemos guardar su palabra: “En mi corazón he
guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Sal. 119:9). Para Dios, la
necesidad que su pueblo Israel considerara su palabra antes de entrar a
Canaán, fue determinante. Bien sabía Dios de la inclinación de ellos
por la idolatría, pero también del paganismo reinante en la tierra por
conquistar. Cuando a Josué se le entregó la final tarea de llevar a
Israel a la tierra prometida, el énfasis en guardar la palabra y la
importancia de poner todo su esfuerzo en lograrla, quedó evidenciado en
Josué 1:7-8. En el camino nuevo que estamos por realizar en este 2015,
las demandas no podrían ser otras. Si queremos que nuestro recorrido por
este nuevo tiempo tenga éxito, la palabra de Dios no debe apartarse
ninguno de los días de este recorrido (Sal. 1:2). ¿Qué importancia
tendrá el guardar la palabra este nuevo año? ¿Puede imaginarse lo que
hará en nuestras vidas que cada palabra leída sea guardada en la vida?
2. Cuidarás de ponerla por obra v. 1.
Ahora vea esto. Una cosa es guardar la palabra como la gran defensa del
corazón, y otra muy distinta es de cuidarla para “ponerla por obra”.
Esta parte es lo que llamaríamos la palabra en puesta en acción. A
Israel se le instruyó sobre la necesidad de practicar la palabra de Dios
como garantía de su más rotundo éxito espiritual y material. Los
resultados no podían ser mejores: “…para que viváis, y seáis
multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con
juramento a vuestros padres”. Israel desconocía los caminos de la tierra
prometida. El entrar a un lugar donde jamás se había vivido, era una
incertidumbre para los nuevos visitantes. La necesidad de poner por obra
la palabra de Dios, era la única garantía de vida para una larga vida,
acompañada de multiplicación familiar. “Poner la palabra por obra”, es
darle una asignación a todas las cosas que compete a mi condición
espiritual para temer a mi Dios y no pecar contra él, pero también lo
que respecta la obra evangelística con el perdido. Sobre el poner por
obra la palabra, Santiago 1:22 nos llama a ser “hacedores” de ella.
II. EL CAMINO POR RECORRER SE NOS ABRE PARA QUE LO VIVAMOS A LA ALTURA DE LA GRACIA QUE NOS ESPERA
1. La gracia de Dios es poseer algo que otro hizo (6:10, 11).
Creo que ninguna descripción es tan exacta de la gracia como la que nos presenta este texto. ¿Se imagina mudarse
a un lugar donde le regalen su casa, equipada con todo, pero además
abastecida con toda clase de comida? ¿Se imagina poseer un lugar con
todas las cosas que necesito, las cuales otro hizo y me las dejó para mi
disfrute? Pues Israel vivió esa experiencia. La gracia es el don
inmerecido de Dios a los hombres. Es la acción de un Dios que nos amó
tanto que equipó la “despensa de nuestra vida”, sin que nosotros hayamos
hecho nada para eso. La seguridad de esta promesa tuvo que llenar a
Israel de profundo gozo al momento de poseer la tierra que se les
prometió. De esta manera, y en especial para nosotros, en el “camino por
recorrer” esta promesa se constituye en un olor a triunfo; en una nota
que presagia una victoria. Seguramente el nuevo año que ha comenzado
estará lleno de inseguridad para algunos, pero el saber que ya Dios
dispuso lo necesario para transitar por él, debe llenarnos de regocijo.
Su gracia nos sobre abundado para entrar en él.
2. La gracia de Dios es infinita en sus recursos (8:7-9).
Muchas cosas podrían definir a Dios como alguien inagotable en todos
sus atributos. Escoja cualquiera de ellos y le aseguro que será
inagotable. Pero ningún asunto de lo que él posee por su naturaleza
divina lo hace tan inagotable, como lo es su gracia. En la vida tenemos
carencia de todo; con mucha frecuencia se agota lo que poseemos. En
algunos lugares más que otros la escasez es parte de su cotidianidad.
Ahora bien, ¿no es consolador leer una promesa de esta magnitud
proveniente del Dios que lo posee todo? Si para Israel fue confortante
saber que la tierra que iban a conquistar ya estaba dotada de todos
estos recursos, ¿no es interesante pensar que esta misma promesa Dios la
extiende delante de nosotros al iniciarnos en este nuevo periodo de la
vida? El largo desierto para Israel plantea estacionarse en una tierra
cuyas características serían estas: “tierra en la cual no comerás el pan
con escasez, ni te faltará nada en ella…”. La certeza de esta promesa
la tomamos para nosotros mismos. Damos por sentado que la gracia de Dios
es inagotable. Bien pudieran avecinarse tiempos de incertidumbre
espiritual, emocional o física, pero la gracia de Dios no será escasa.
III. EL CAMINO POR RECORRER NOS INVITA A RECONOCER DE DÓNDE VENDRÁ LA PROSPERIDAD
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