Para poder ayudarlos, hay tres partes vitales para entender: 1)- Mi rol como consejero; 2)- Cómo ayudar a la persona a resolver o sobrellevar los resultados del pecado y 3)- Cómo ayudar a la persona a resolver las causas de su pecado. (por qué pecó).
MI CONDUCTA COMO CONSEJERO
Muchos líderes conocen poco la trágica realidad de la juventud; se han expresado públicamente y en privado con actitudes que hacen que el joven nunca se acerque a ellos para confesar y ser restaurado. Como la gente de mala vida no se acercó a los fariseos sino a Jesús, igualmente hay muchos que no se acercan a los "expertos" y "santos" porque sólo encuentran rechazo, condenación y retos. Podemos tomar la posición farisaica de señalarlos y decir que nunca deberían haber caído, pero si bien es verdad no resuelve la realidad.Si pretendemos que Dios nos use para sanar a los caídos y golpeados, hay ciertas actitudes que debemos cultivar; sólo después de esto veremos frutos permanentes de nuestro trabajo en este tipo de problemas:
Su actitud pública y privada determinará cuántas personas vendrán a usted con estos problemas. Los que han caído se sienten juzgados, culpables, y no están buscando un juez sino un doctor. Buscan compasión, aceite para la herida, no un "palo en la cabeza". No es que esté bien el pecado, la gran mayoría de ellos ya lo saben; no necesitan que otra persona les diga eso sino de alguien a quien ellos puedan confesar su mal y ser guiados a la restauración. Misericordia y compasión necesitan fluir del Espíritu a través de nuestra vida y de nuestras palabras. Eso es fundamental para que la gente se acerque.
Hay que escuchar y preguntar, sin apurar ni avergonzar a la persona que se ha acercado. La mayoría de las personas abren lentamente sus vidas a otros, probando paso por paso si están siendo entendidas y comprendidas. La mayoría de nosotros queremos hablar antes que hemos escuchado toda la historia, y es allí cuando la otra persona se cierra antes de llegar al gran peso de su alma. Evite todo consejo hasta que usted realmente haya comprendido lo que pasó, por qué pasó, cuáles han sido los resultados, qué ha sido hecho y por qué, etc.
Dar tiempo a la persona para lamentar, llorar y expresar su pesar. Es muy importante para la persona expresar su dolor, así como el saber que usted también siente su dolor. Nunca trate de consolarlo en medio de las lágrimas con "clichés" espirituales como: "Todos somos imperfectos", "Todos hemos caído en algo", "Todo va a salir bien", etc. Son los consuelos del necio, el sabio dejará a la persona resolverlo. Observe Santiago 4.9,10: "Afligios, lamentad y llorad; que vuestra risa se tome en llanto y vuestro gozo en tristeza. Humillaos en la presencia del Señor y El os exaltará". La persona que no se lamenta y aflige por su pecado no encontrará el perdón y exaltación del Señor.
Mantener la confianza de la persona. Conozco muchos casos donde un joven ha confesado su pecado a su pastor y después el domingo ha recibido un "palo" a través del sermón. También conozco casos donde la confesión íntima ha sido compartida con otros o con la esposa, y después ha corrido por la congregación. La confianza violada difícilmente se vuelve a ganar. Únicamente debemos compartir información confidencial cuando es vital para la protección de la obra del Señor, y allí sólo con gran cuidado; esto sólo en situación extrema.Hay que reconocer también la gran diferencia entre el caso de un joven que viene a confesar su pecado y buscar la ayuda para salir y el de quien es encontrado en el pecado y no está buscando ayuda. En el primer caso, debo evitar que el pecado trascienda, en el segundo caso necesito seguir las instrucciones de Calatas 6.1 y Mateo 18.
No buscar más detalles de lo necesario en los actos impuros y vergonzosos (Ef. 6.3), porque después es probable que la persona, por vergüenza, huya de usted. Especialmente con una persona del sexo opuesto, en cuyo caso es sabio mandarla a un consejero de su propio sexo. Algunos, por su propia enfermedad, buscan y se deleitan en todos los detalles. Es enfermizo, es pecado y, por lo tanto, hace daño. Sólo debemos escuchar los detalles que la persona necesita y desea contarnos para ayudamos a entenderla.
Asuma con sinceridad y responsabilidad el papel de profeta y sacerdote, cuidando de no mal representar a Dios. (2 Sam. 12.1-13).La responsabilidad del profeta es ayudar a la persona a entender la verdad de Dios aplicada a su situación. Con gran seriedad y sabiduría debemos usar la Palabra para llevar y guiar a la persona a encarar su problema y resolverlo como Dios desea.El rol de sacerdote es el de orar con y por la persona, en la confesión de su pecado y la búsqueda de su restauración. Cuando vemos que la persona realmente ha confesado y se ha arrepentido necesitamos, como Natán, decir: "El Señor ha quitado tu pecado". Sin embargo, hay que hacerlo sólo cuando uno está convencido que delante de Dios es así.He visto nueva vida fluir en una persona cuando, después de la confesión honesta, he dicho a la persona: "El Señor ha quitado tu pecado". La declaración en el nombre de Dios ayuda a la persona a creer a Dios, lo cual es fundamental para gozar lo que el Señor tiene para ella.
El consejero nunca debe olvidar que la gracia de Dios y su Palabra es suficiente para toda situación humana. Hay casos dramáticos, difíciles, en los que fácilmente podemos desesperarnos con el aconsejado, sin saber qué hacer. Sin embargo, hay que creer y dar la esperanza en Dios, de que hay soluciones reales para los dramas más difíciles.
Discernir la responsabilidad de las personas en diferentes situaciones es fundamental para poder ayudarlas a salir. Es muy diferente la responsabilidad ("culpa") de una adolescente de 11 años que fue seducida por un muchacho de 21 años quien, deliberadamente, la condujo al pecado.Hay personas que son, literalmente, víctimas de la maldad de otros; sin embargo, muchas veces ellas se sienten culpables y sucias. La niña de 8 años abusada por su primo mayor o por su padre no es culpable de pecado, es víctima del pecado del otro. En cada caso hay que discernir la responsabilidad de la persona y trabajar a la luz de eso. La chica de 20 años que fue violada volviendo a su casa a la noche por un desconocido no es culpable de pecado, sin embargo en muchas ocasiones es acusada de haber "seguramente. provocado la situación por su vestir o forma de caminar" o algo así. La chica no sólo fue violada sino que después es menospreciada y maltratada por los cristianos super espirituales que tienen una teología cuadrada como los amigos de Job, y que no entienden que el sufrimiento no siempre viene por el pecado. Las víctimas necesitan gran amor y compasión, necesitan que lloremos con ellas, que sintamos su dolor y que juntos tratemos de recrear su confianza en Dios y su identidad como persona de valor (Ver Fui Violada, Apuntes Pastorales Vol. II, n° 4, para ayudar a personas en esta situación).
LAS RAZONES DE LA CAÍDA
Lo último importante es ayudar al caído a resolver la raíz que lo llevó a caer. En muchas ocasiones simplemente han estado de novios demasiado tiempo y poco a poco han ido hacia el sexo. Son humanos y no hay que excavar mucho más sino ayudarles a llegar pronto al casamiento. Sin embargo, no siempre es tan fácil. Marcela se sentía muy insegura. En su casa era la "fea", la que nunca podía hacer las cosas correctamente y la menospreciada por su padre; "Cenicienta", digamos. Gustavo, un compañero de clase en el colegio, era un muchacho tímido. Sus padres estaban en el proceso de separación. Marcela y Gustavo un día descubrieron que tenían mucho en común. Los dos encontraron en el otro a una persona que le entendía. Pasaban horas hablando y compartiendo. Lógicamente, al fin, se dieron cuenta que habían encontrado a la persona especial, que le apreciaba y amaba. Con el tiempo pasaban más y más tiempo juntos en la casa de Juan ya que los padres trabajaban. Cada vez el afecto físico avanzaba hasta que llegó a sus consecuencias naturales.Eran dos personas reales, con necesidades reales que encontraron soluciones para sus problemas. Estas soluciones, realmente, no resolvieron los problemas, sin embargo, para ellos sí. Decir a esta pareja que deben cortar la relación, según los padres desean, será resistido por ellos y, casi seguro, resultará en fracaso.
Pastoralmente, tenemos que tomar en cuenta el por qué llegaron esas personas al pecado. Sí, hay veces en que es por rebeldía directa contra Dios, pero en muchas ocasiones hay necesidades que no son satisfechas. Sólo cuando entendemos la dinámica que los lleva al pecado, podremos ayudarlos a resolver las causantes verdaderas. Hay que recordar, también, que en una misma pareja los dos pueden tener causantes muy diferentes. En la página siguiente vemos las causantes y variantes, con un cuadro demostrativo.
PASOS PRÁCTICOS PARA EL CAÍDO:
- Identificar los problemas reales y resolverlos.
- Orar, confesar y buscar la obra de Dios en la vida interior.
- Tomar los pasos santos y responsables necesarios para ganar la batalla. (Pedir perdón a quien sea necesario, reacomodar la vida según el deseo de Dios, casarse si es lo aconsejable, etc.).
- Luchar la batalla de adicción sexual con un corte de estímulos.
- Controlar la mente e ingreso de ideas: Decir NO a la pornografía, a la música sensual, la vestimenta indecorosa, las situaciones estimulantes
- Mantenerse responsable a un amigo espiritual o pastor.
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