El
Adventismo es uno de los movimientos religiosos modernos más difíciles
de clasificar, dado que, en realidad, no niega la doctrina capital de la
fe cristiana, es decir, la divinidad de Jesucristo, y, sin embargo,
mantiene otras teorías -especialmente en relación con el sacrificio
expiatorio de Jesucristo y prácticas de legalismo de carácter judaico
que son rechazados por el resto de la cristiandad. El hecho de que
muchas de estas diferencias afecten a puntos que también se consideran
esenciales, es lo que determina que incluyamos al Adventismo en esta
sección, aparte de que por el simple hecho de ser un movimiento de muy
nuevo cuño no puede ponerse junto a las iglesias surgidas de la Reforma.
Todo comenzó cuando, en 1830, un hombre
llamado William Miller, en EE.UU., sintió un repentino interés por el
estudio de las profecías bíblicas. Su investigación le llevó al
convencimiento de que el retorno de Jesucristo era algo inminente,
consiguiendo contagiar de su entusiasmo a un buen grupo de sus oyentes.
Tan sincera y franca convicción no estaba unida, sin embargo, a una
sólida formación escriturística y ello fue probablemente la causa que le
llevara a hacer atrevidas predicciones, como la que fijaba para el año
1843 la tan esperada venida de Cristo. Esta fecha fue pospuesta para un
año después, y cuando, al fin, llegó, y pasó, el tan esperado 1844 y
nada sucedió, el frustrado profeta y sus seguidores cayeron en el
desánimo.
A pesar de ello Miller no perdió la
esperanza de ver aparecer pronto al Señor, y aparte de esta peculiar
creencia no puede decirse que sustentara ninguna otra que pueda
calificarse de heterodoxa. Miller era un apasionado por las profecías, y
su interpretación de Daniel 8:14 era el punto sobre e] cual pivotaba
toda su teoría. Cuando, en 1849, Miller murió, no se había apartado
sustancialmente de la fe cristiana tradicional.
Sin embargo, sus seguidores no
renunciaron a aquella teoría que consideraban como un gran
descubrimiento, y poco después de la muerte de su maestro se ponían las
bases de una nueva organización religiosa. Pero antes había que
explicar, de algún modo, el aparente fracaso de Miller. Un seguidor de
Miller, en el estado de Nueva York, llamado Hiram Edson, dijo que
precisamente el día siguiente del que estaba fijado para el regreso de
Cristo (22 de octubre de 1844) él había tenido una visión en la que
percibió a Cristo junto a un altar en el cielo. Inmediatamente se
interpretó este dato como la realización de la predicción de Milier,
diciendo que, efectivamente. Cristo había “venido” en la fecha
anunciada, pero no a la tierra, como algunos habían entendido, sino al
santuario que hay en los cielos, el cual es una réplica exacta del que
los judíos tenían en Jerusalén.
En 1860 la secta ya estaba plenamente
organizada, bajo la dirección de uno de sus miembros, James White y su
esposa a quien los adventistas califican de mujer inspirada por Dios.
Fue precisamente esta Sra, White, quien introdujo en la recién creada
secta, una de las doctrinas que más caracterizan al grupo: la
observancia del sábado, y no del domingo, como día de descanso. En una
de sus frecuentes visiones la supuesta profetisa tuvo el privilegio de
contemplar las tablas de la Ley de Dios. De los diez mandamientos había
uno (el cuarto, según el orden bíblico) que resaltaba sobre los demás y
estaba rodeado de un halo de luz. La Sra. White lo interpretó como una
llamada de atención por parte de Dios en el sentido de que los llamados
cristianos habían cambiado sin autorización el día de descanso, que
desde siempre había sido el sábado.
De ahí se llegó directamente a una
conclusión rotunda: todos los que profanaban el sábado no podían ser
considerados como parte del pueblo de Dios. A partir de ese momento los
adventistas han inculcado a sus adeptos una rigurosa reverencia por el
sábado. En cierto sentido, se ha vuelto a implantar en sus comunidades
las costumbres judías sobre este día, con todo lo que tienen de
complicado y enojoso cuando se trata de cumplir en un medio adverso. No
es difícil, pues, imaginar, los innumerables problemas de orden social,
labora!, etc. que los adventistas tienen que afrontar por esta razón.
Según ya hemos señalado, los adventistas
no niegan la divinidad de Jesucristo. Sin embargo, su doctrina acerca
de la redención es muy diferente de la sostenida por el cristianismo
tradicional. A causa de la curiosa explicación sobre el retorno de
Cristo en 1844, se hizo necesario amoldar Otras doctrinas a aquella
visión. El santuario del cielo, está, como lo estaba el de los judíos en
la tierra, dividido en dos partes: e] lugar santo y el lugar santísimo.
Según la Sra. White , Cristo estuvo en el lugar santo durante dieciocho
siglos después de su muerte, intercediendo por los pecadores, pero esto
no fue suficiente, y, en consecuencia, en 1844, según dice la profecía
de Daniel, Cristo pasó (“vino”) al lugar santísimo donde comenzó la obra
de completar y perfeccionar su expiación del pecado.
Los adventistas creen que tras la muerte
física del ser humano se produce un estado de inconsciencia que dura
hasta el día de la resurrección. Spicer, un destacado adventista, habla
de dicho estado en estos términos: “La muerte nos reduce a un estado de
silencio, inactividad y completa inconsciencia.” Esto nos lleva a la
cuestión del más allá. Después del juicio los creyentes heredarán el
Reino, en tanto que los incrédulos serán completamente aniquilados. El
infierno, en cuanto lugar de eterno tormento, no existe. El único fin de
los impíos es la extinción completa.
Hay cosas positivas que destacar de los
adventistas. Junto a un nivel moral, por lo general, bastante elevado,
se encuentra un escrupuloso cuidado de la salud corporal, por medio del
ejercicio físico y un régimen alimenticio esencialmente vegetariano. En
el campo de la educación han logrado muchos éxitos, proveyendo, cuando
ello es factible, una educación gratuita para los hijos de sus
afiliados. Se hace mucho hincapié en la santidad del matrimonio, la
unidad de la familia, la formación de la juventud en un ambiente
distinto del que impera en la sociedad actual, etc. La contribución
económica de los adventistas a su propia causa es realmente
espectacular, convirtiéndoles en uno de los movimientos religiosos más
florecientes en proporción a su número, especialmente si se tiene en
cuenta que no tienen protección oficial. Hay entre ellos muchos médicos,
y en varios países del mundo han construido magníficos hospitales. En
España cuentan con un Seminario y lugares de culto en las principales
ciudades.
Por: Ricardo Cerni
Tomado de "con poder.com"
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